Capítulo 18: Pijamada

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— Hoy tendremos una pijamada —menciono la albina con entusiasmo.

Sobre la mesa, había una selección de deliciosos platillos para compartir que nos proporciono el mayor de los Kuruwaya. Nos sentamos alrededor de la mesa. En el centro, trozos de pan, verduras y frutas dispuestos en platos coloridos, pero la parte más emocionante de la cena estaba en los postres, una selección de chocolate, malvaviscos, galletas y frutas. 

Las conversaciones fluían tan suavemente como el aroma a malvaviscos, abarcando temas ligeros y profundos, mi amistad con la familia era algo que no me esperaba, una grata sorpresa en mi estancia aquí. Risas contagiosas llenaban el aire mientras intercambiábamos anécdotas y compartíamos secretos que solo los amigos cercanos podían conocer. Conforme la cena avanzaba, las risas cedieron lentamente ante un ambiente de comodidad y satisfacción.

— Es tarde chicos, deberían ir a dormir —hablo el señor Kuruwaya.

Todos estuvimos de acuerdo, recogimos la mensa, limpiando y lavando los trastes, nos deseamos buenas noches y cada quien se encerró en su habitación. Una vez en el cuarto de la albina, recordé un detalle importante.

— Pero, no tengo pijama.

— No te preocupes, yo puedo prestarte una —camino hasta su armario del cual busco en los cajones hasta que encontró la prenda que me prestaría. Se trataba de un camisón sencillo color menta con estampado de flores rosa pastel— este se te vera muy lindo.

Le agradecí, me dio privacidad para cambiarme regresando al poco rato.

— ¿Ahora que hacemos? —le pregunte a la chica— ¿deberíamos seguir planeando o...

No termine de preguntar ya que fui interrumpida por el impacto de una almohada en mi rostro, seguido de una risilla burlona por parte de la albina.

— ¿Qué dijiste?, no alcancé a escucharte —habló con sarcasmo.

Note sus intenciones al instante. No había problema si nos distraíamos un poco, ¿verdad?. Parece que el tema de la acosadora lo dejaremos pendiente por ahora puesto que no me iba a resistir ante tal atrevimiento.

— Ya veo, con que de eso se trata..

No tarde en defenderme arrojándole la misma almohada que me golpeo hace unos segundos atrás.

Las risas resonaban mientras que nos lanzábamos almohadas con entusiasmo. El aire se llenaba de algodón y plumas, creando una atmósfera de diversión y complicidad. El suave impacto de las almohadas llenaba el lugar con una energía alegre y despreocupada, las dos nos reíamos mientras que esquivábamos los ataques de la otra. 

Con el tiempo, la pelea de almohadas comenzó a disminuir en intensidad, las almohadas ya no volaban con la misma fuerza, y las risas comenzaron a mezclarse con suspiros de cansancio.

— ¡Ya duérmanse, hacen mucho ruido! —se quejo el rubio tras la pared.

Finalmente, las almohadas encontraron su lugar en el suelo sobre las cuales nos sentamos para recuperar el aliento. Nos miramos entre nosotras con ojos chispeantes y sonrisas en nuestros rostros.

— Creo que nos excedimos un poco —mencione entre suspiros.

— Si, creo que tienes razón —acepto la albina.

En medio del silencio que siguió a la intensa risa y alboroto por aquella travesura, nos encontramos con la mirada de manera especial. Nuestros ojos se encontraron y una chispa de conexión pasó entre nosotras. En ese momento, todo parecía detenerse mientras el resto del mundo se desvanecía en segundo plano. La atmósfera cambió drásticamente, cargándose con una tensión suave y emocional, un silencio nada incomodo.

Napolitano, Sabores de Amor ||PopeextuxMarifa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora