Prólogo: Notas a Steven algo diferente, piensas que no te ama y descubres el porque.
Nota: Aquí Steven va a la universidad.
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Tú y Steven se habían conocido en la universidad de Londres, donde estudiaban la carrera de historia. Se habían enamorado desde el primer momento, y pronto se hicieron inseparables. Tú admirabas la inteligencia, el sentido del humor y la ternura de Steven, que siempre te hacía sentir especial y querida. Steven, por su parte, adoraba tu belleza, tú alegría y la pasión con la que hacías las cosas, que le daba sentido a su vida y le ayudaba a superar sus miedos e inseguridades.
Pero todo cambió cuando Steven empezó a tener unos extraños episodios en los que parecía ser otra persona. A veces desaparecía durante días sin dar ninguna explicación, y luego volvía como si nada hubiera pasado. Otras veces se olvidaba de fechas importantes, como tu cumpleaños o su aniversario, y te regalaba cosas que no tenían nada que ver con sus gustos o intereses. Y otras veces se mostraba agresivo, irritable y distante, y te decía cosas hirientes sin motivo aparente.
No entendías qué le pasaba a Steven, y te sentías cada vez más confundida, dolida y sola. Intentaste hablar con él, pero él siempre te decía que estaba bien, que no tenía ningún problema, solo era sonámbulo y que te quería mucho y que no se preocupara. Pero no podías dejar de preocuparte, porque veías que Steven ya no era el mismo de antes, que ya no te miraba con amor, que ya no te hacía reír, que ya no te abrazaba con fuerza.
Un día, decidiste que no podías seguir así, que tenías que terminar con Steven, por mucho que lo quisieras. Le llamaste por teléfono y le dijiste que querías verlo para hablar. Él aceptó, y quedaron en un café cerca de su casa. Cuando llegaron, se sentaron en una mesa apartada y se miraron a los ojos.
- Steven, tenemos que hablar.
- ¿De qué quieres hablar? - preguntó él con voz tranquila.
- De nosotros. De lo que nos está pasando.
- ¿Qué nos está pasando?
- No te hagas el tonto, Steven. Sabes muy bien de lo que hablo. De cómo has cambiado. De cómo me tratas. De cómo me haces sentir.
- ¿Cómo te trato? ¿Cómo te hago sentir?
- Me tratas mal, Steven. Me haces sentir mal. Me ignoras, me mientes, me ofendes, me decepcionas.
- No es verdad, _____.Yo no te trato mal. Yo no te hago sentir mal. Yo no te ignoro, ni te miento, ni te ofendo, ni te decepciono-dijo con tristeza y angustia.
- Sí es verdad, Steven. Y lo sabes. Lo sabes porque lo has hecho muchas veces. ¿O acaso no recuerdas cuando desapareciste durante una semana sin decirme nada? ¿O cuando se te olvidó mi cumpleaños y me regalaste un libro de cocina? ¿O cuando me gritaste que era una egoísta y una histérica por pedirte más atención?
- No recuerdo nada de eso - dijo él con expresión confusa.
- Claro que no recuerdas nada de eso - dijo ella con sarcasmo -. Porque eres un cobarde y un mentiroso.
- No soy un cobarde ni un mentiroso - dijo él con voz temblorosa-. Soy tu novio y te quiero.
- No eres mi novio y no me quieres - dijo ella con lágrimas en los ojos -. Eres un extraño y me haces daño.
- No soy un extraño ni te hago daño - dijo él con angustia -. Soy yo mismo y te quiero.
- No eres tú mismo y no me quieres - dijo ella con firmeza -. Eres otro y me quieres mal.
- ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó él con sorpresa.
- Quiero decir que tienes un trastorno de identidad disociativo - dijo ella con tristeza -. Que tienes dos o más identidades dentro de ti. Que a veces eres Steven, el chico dulce y cariñoso que conocí y del que me enamoré. Y otras veces eres otro u otros, que no sé quiénes son, pero que me hacen sufrir.
- ¿Qué estás diciendo? - exclamó él con incredulidad -. ¿Qué es eso del trastorno de identidad disociativo? ¿De dónde has sacado esa idea?
- Lo he leído en internet - dijiste con resignación -. He buscado información sobre tu comportamiento, y he encontrado una página que habla de ese trastorno. Dice que es una afección de la salud mental que afecta a la personalidad. Que se caracteriza porque la persona tiene una personalidad disociada de sí, que controla su conducta en diferentes momentos. Que cada una de estas identidades tiene su propia historia, sus propios rasgos, gustos y personalidad.
- Eso es una locura - dijo él con horror -. Yo no tengo ningún trastorno. Yo no tengo ninguna personalidad disociada. Yo no he sufrido ningún trauma en la infancia. Yo no necesito ningún tratamiento.
- Sí lo tienes, sí la tienes, sí lo has sufrido y sí lo necesitas - dijo ella con compasión -. Y yo te lo digo porque te quiero y quiero que te cures.
- No me quieres- dijo él, en su mente solo cabía la idea de que su novia estaba buscando cualquier escusa para terminar con él-. Me odias.
- No te odio - dijiste con calma -. Te quiero y quiero que te mejores. Pero no puedo seguir contigo. No puedo seguir viviendo esta mentira. No puedo seguir sufriendo por ti.
- No me dejes, _____- dijo él con desesperación -. No me abandones. No me hagas esto.
- Lo siento, Steven - dijo ella con dolor -. Pero tengo que hacerlo. Por tu bien y por el mío.
Y dicho esto, te levantaste de la mesa, cogiste tu bolso y te marchaste del café, dejando a Steven solo, confundido y destrozado. Él te miró alejarte con los ojos llenos de lágrimas, y sintió un vacío en el pecho. Quiso correr detrás de ti, pero no pudo moverse. Quiso gritar tu nombre, pero no pudo hablar. Quiso recordar tu rostro, pero no pudo pensar.
Y entonces, sin saber cómo ni por qué, se convirtió en otro. En otro que no era Steven, En otro que no sabía nada de lo que acababa de pasar. En otro que solo quería tomar un whisky y salir a manejar por las noches.
