Capítulo 11. Un raro fin de semana

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Pov Benito

Kendall me besó... y eso era algo inesperado, pero por ningún momento yo pensé en separarme de ella. Mi primer instinto fue acercarme más y dejarme llevar por el momento. ¿Eso estaba mal? ¿Ella estaba enamorada de mí o esto era simplemente un acto emocional en el momento?. Los labios de Kendall besaban despacios los míos mientras yo la agarraba de la cintura que era de donde la tenia agarrada cuando se pasó a caer.

Las gotas de la lluvia comenzaban a caer por nuestras caras interfiriendo en el beso. Nuestros labios se separaron y miré a los ojos de Kenndall. Estaban llenos de una dulzura que no pude resumir con palabras. Nuestros ojos se unieron por un instante. Mientras, las gotas de lluvia seguían cayendo. No sabía qué era lo que tenía que decir o hacer ahora.

-Deberíamos entrar, no quiero que te enfermes- dije con una voz casi sutil. Entramos a la camioneta y detrás de nosotros ya se encontraba nuestro personal de seguridad, era obvio que habían visto la escena pero de seguro habrán pensando que era parte de todo el montaje de esta supuesta farsa pero la realidad era otra.

-Fue divertido, ¿no crees? Nunca había jugado en la lluvia- dijo Kendall mientras me miraba divertida

-Creo que lo que pasa es que te hace falta ser más libre Kendall- dije sonriendole y ella me devolvió la sonrisa, una sonrisa sincera de oreja a oreja- esa es la sonrisa que me gusta ver en ti- le dije mientras con mi mano derecha la tomaba de la mejilla y la acariciaba.

Pov Kendall

Comencé a reflexionar sobre las palabras que Benito me había dicho. Él tenía razón, me hacía falta ser más libre, me hacía falta aprender a salir de mi zona de confort, pero eso era algo que me aterraba en el fondo. Debo confesar que Benito hacía lucir la vida como si fuera tan fácil. De alguna manera, sus palabras resonaban conmigo en lo más profundo. Sabía que estaba en lo correcto, que necesitaba aprender a ser más espontánea y a disfrutar la vida. Pero, ¿qué podía hacer? No me sentía lista para ese cambio.

Benito seguía mirándome con ojos entusiastas, como si hubiera encontrado algo maravilloso y nuevo. A su vez, yo comenzaba a sentir una emoción diferente hacia él, como si su luz externa estuviera iluminando mi interior. La camioneta se estacionó en un recinto de apartamentos lujosos a las afueras de la ciudad.

-¿Aquí es donde vives?- dije al notar que Benito comenzaba a desabrochar el cinturón de seguridad. Benito se volvió y me miró, sonriéndome como si estuviera disfrutando de un secreto que él sabía pero yo no

-Sí, así es, Kendall- comenzó Benito- Mi casa es tu casa- añadió Benito sonriéndome, yo le devolvi la sonrisa, cuando Benito tomó la manija de la puerta para abrirla lo tomé del hombro inmediatamente

-Benito, lo que sucedió hoy entre nosotros podríamos simplemente olvidarlo?- dije introduciendo a la charla el tema del beso de hace unas horas. Benito se volvió lentamente y se quedó en silencio mirándome, como si buscara la forma de responder. Yo sentí un nudo en la garganta porque estaba nerviosa por la respuesta que Benito iba a dar.

-¿Estás segura, Kendall? ¿Aunque no quieres hacer como si nada hubiera pasado?- me dijo como si supiera lo que pasaba por mis pensamientos en ese momento

-Sí, así como debe ser y no vamos a hablar más de ello, que pases buenas noches Benito- dije prácticamente sacandolo del auto y cerrando la puerta de este. Cuando la puerta se cerró, me recline completamente en el asiento y miré por la ventana pensando en todo lo que había sucedido. ¿Por qué había besado a Benito?

Esa noche no podía conciliar el sueño porque todo giraba en mi mente. ¿Había ido demasiado lejos? ¿Había dado a Benito señales equivocadas? Eran tantas las preguntas que tenía que simplemente me sentía abrumada. Cuando finalmente me dormí, soñé con Benito y un beso cargado de emociones

The FalsehoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora