Capítulo 42. Un lamentable derroche de dolor

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Pov Kendall

Salí del departamento que solía compartir con Benito cargando mi maleta con mis lentes oscuros puestos, trataba de esconder mis ojos llorosos de todos. No quería que nadie me viera triste ni sintiera lastima por mí por lo que acababa de pasar.

Devin caminaba a mi lado ayudando a cargar mi bolsa con las ropas que había sacado del departamento de Benito. Caminamos hasta el final del pasillo hasta el elevador y entramos demasiado serios en él. Devin tarareaba la musiquita que se escuchaba de fondo en el elevador y yo miraba al frente demasiado seria

-¿Estás bien?- me preguntó Devin rompiendo el silencio

-Sí- le contesté únicamente

No le mentía, sí me sentía bien. No me sentía tan bien como quería, pero no mentía al decirle que no estaba mal. No estaba mal, simplemente estaba enfadada, desilusionada, decepcionada y quizá un poco perdida. Pero no me sentía mal, no me sentía triste. Simplemente me sentía como una mujer hecha y derecha que tenía poder.

-¿Segura? Porque...- y antes de que Devin continuará lo interrumpí

-Se te olvida que soy Kendall Jenner, Booker, yo no necesito de nadie, la gente necesita de mí- le contesté dirigiendole una mirada seria

Devin se quedó en silencio, el ascensor llegó a la primera planta, y los dos salimos. Yo caminé hasta el lobby y me senté en uno de los sofás. Devin se sentó frente a mí. Miré hacia el exterior y vi a la prensa y fotógrafos esperando afuera del edificio.

-Maldita sea- susurré por lo bajo

-¿Cómo supieron que estabas aquí?- me preguntó Devin

-Debieron investigar la dirección de la casa de Benito esos malditos buitres- maldije

Devin sonrió por un momento, pero enseguida se volvió a poner serio, estaba claro que no veía la situación como un chiste.

-Eres una de las mujeres más famosas del mundo y ellos saben dónde estás todo el tiempo- me comentó Devin. Su comentario no me hizo sentir mejor

-La fama puede ser toda una maldición, Devin- le contesté

-Eso lo sé- añadió

-Lo que tenemos que hacer ahora en vez de lamentarnos de nuestra existencia es buscar la forma de salir de aquí pero sobre todo de que no te vean conmigo- le contesté

Devin asintió, tenía razón. Era un consejo súper inteligente, pero difícil de hacer. Aún así Devin asumió el desafío, parándose y acercándose a mí. Me tomó de la mano y nos dirigimos a las puertas giratorias que había al frente. Sabíamos que más allá había prensa, entonces lo mejor era irse antes de que nos vieran

Tomé mi celular y le marqué a Kenneth para que alistara a mi seguridad y a mi chófer afuera del edificio. Devin y yo caminamos a un lado de la recepción y entonces yo le quité la bolsa con mi ropa a Devin

-¿Qué haces?- me preguntó mirándome confundido. Yo comencé a sacar la ropa de ahí, tomando 2 sudaderas, una mía y otra del equipo de Benito, la que me había regalado cuando fuimos a Puerto Rico a ver a su equipo jugar. Sonreí levemente ante el recuerdo de esas vacaciones y le pasé la sudadera a Devin

-Pontela, esto nos ayudara a cubrirnos- le dije. Devin tomó la sudadera confundido y luego me miró

-¿Qué demonios son los "Cangrejeros de Santurce"?- me preguntó leyendo lo que la sudadera decía

-Que te valga Booker, pontela- le dije a manera de orden

Devin sacudió la cabeza y se puso la sudadera. Luego se dio vuelta y empezó a caminar a mis espaldas. Estábamos decididos a intentar escapar de la prensa, cuál sea el costo. Estiré la mano y empecé a caminar hacia las puertas giratorias.

The FalsehoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora