Capítulo 14. El sol en la tormenta

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Pov Kendall

El paseo fue un momento muy bonito. No sabía explicar muy bien lo que estaba sintiendo por Benito. Me sentía muy cómoda con él. Nunca me había sentido escuchada y comprendida pero sobre todo, nunca me había sentido tan humana. El sol se escondió tras los árboles y dejó una media luz resplandeciente sobre la extensa pradera que nos rodeaba. Las conversaciones entre Benito y yo eran cálidas y despreocupadas. Ambos estabamos en una burbuja de confianza y entendimiento. El aire era fresco, el ambiente tranquilo.

El día estaba a punto de acabar y realmente no estaba segura de querer volver a la ciudad y a la vida normal. Sabía que ahí todo sería diferente. Volver al estrés de los paparazzis y las cámaras, el trabajo y a estar lejos de Benito. No sabía si este fin de semana había cambiado algo entre nosotros, era como si finalmente hubiéramos encontrado aquello que nos conectaba y no fuéramos tan distintos después de todo. Durante el viaje de regreso, me encontraba entre pensamientos y dudas, no sabía qué era lo que me atormentaba. ¿Era miedo al cambio? ¿Era miedo al futuro? Me sentía como una ola. Salía del océano, flotaba sobre la superficie del agua y luego retornaba a su hogar profundo. ¿Era Benito mi hogar?.

Realmente se sentía así. Benito era ese tipo de persona que es un respiro y escape de la vida real. Esa persona que te contagia con esa energía y vibra tan bonita que tiene. Era como si una pequeña y candente estrella se hubiera encendido dentro en mí. Me sentía más fuerte y lista para volver a entrar en la carrera. Pero esta vez, no sola. Esta vez, sabía que, si lo deseaba, podía contar con Benito. Pero, ¿y si todo esto era una fantasía?. ¿Y si Benito sólo había sido amable conmigo porque él necesitaba un alivio de los paparazzis? ¿Y si lo que yo sentía por él era un sentimiento tan pasajero como los rayos de luz de una estrella fugaz?

-Voy a extrañar mancharme de asfalto- dijo Benito riéndose e irrumpiendo en mis pensamientos mientras caminábamos de vuelta a la casa de campo por el sendero del pequeño bosque cerca de la casa

-Estos zapatos pueden resistir un poco de asfalto- le respondi tratando de asegurarme de que sonara bien chistoso pero, en el fondo, sabía que lo que más iba a extrañar era lo que había tenido ese fin de semana

-Lo único que no extrañare es el ruido de los grillos por la ventana no dejándome dormir- volvió a bromear Benito, yo lo miraba con una sonrisa

El pelo de Benito se movía con el viento y su sonrisa no dejaba de iluminar sus ojos, tan expresivos. Eran ojos en los que yo me sentía segura, sentía que podía hablarle de cualquier cosa sin miedo a la reacción que tendría Benito

-Estoy realmente cansada- le dije- pero fue un gran fin de semana- le dije sonriendole

Benito se paró y me tomó del brazo, me tomó la mano y se inclinó un poco mientras me miraba a los ojos

-Lo sé, Kendall. Y gracias por unos dos días memorables. No me lo voy a olvidar nunca- me dijo con una sonrisa de oreja a oreja, quedándose un poco estático

-Después de todo no eres tan mal novio falso- bromie derrepente

Benito rió a carcajadas.

No estaba segura si debía preguntar cómo estaban las cosas entre nosotros. No quería adelantar o suponer cosas o incomodar a Benito. Creo que lo mejor era dejar que todo fluyera donde debía de fluir.

Finalmente llegamos a la cabaña y corriendo fuimos a la cocina para buscar algo de comer porque moríamos de hambre. Fui a la cocina y Benito al baño, habíamos decidido meternos a la piscina un rato. Mientras yo busque los refrigerios más rápidos y prácticos y logre juntar unos plátanos y frutos secos. Mientras esperaba a Benito me topé con Jean Pierre saliendo de la cocina

The FalsehoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora