Capítulo 39. Ojitos Lindos

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Pov Benito

-¿Quieres manejar más rápido maldita sea? Sansa podría morir- le grité a Gabriela mientras ella conducía

-Estoy manejando lo más rápido posible, y no voy a conducir más rápido porque eso sería peligroso- me contestó Gabriela

-Peligroso sería que te demoraras, ya perdimos tiempo con la estúpida discusión del estacionamiento- le contesté

-Díselo a tu noviecita- contestó Gabriela molesta. Me quedé completamente en silencio.

Yo me sentí como un niño pequeño en medio de una pelea de adultos. Todo lo que quería era que todo volviera a ser como antes. Que las cosas volvieran a ser simples y claras, y sin ningún drama. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado en mi vida? Miré a Gabriela mientras conducía y la vi sonreír por un momento y luego volver a ser seria

-Nos vemos como todos unos padres preocupados por su hija discutiendo- sonrió levemente y yo la miré

-ES nuestra hija- dije haciendo énfasis en el "es"- la amo como tal así que apresúrate ya- le dije

5 minutos después logramos llegar a la veterinaria en urgencias. Cuando Gabriela estacionó la camioneta yo abrí la puerta de golpe y corrí al asiento trasero a buscar a Sansa. La tomé entre mis brazos sintiéndola demasiado débil, se quejaba mientras yo la sujetaba. Corri hacia dentro del hospital con mi perrita en brazos

-¡¡Síganme, traigan a su mascota!!- gritó una voz desde la recepción del hospital. Luego, Gabriela y yo seguimos al médico hasta una habitación donde lo esperaron más personas uniformadas. El médico nos pidió poner a Sansa en una mesa y tomarse un momento para observarla. De repente, se hizo un silencio tenso.

El doctor la palpó y la observó

-¿cómo está?- pregunté angustiado

-Tenemos que hacerle unos estudios pero no parece ser muy grave, probablemente tenga una patita fracturada pero no boto demasiada sangre- contestó el médico

Me sentí aliviado pero al mismo tiempo me sentí culpable por haber estado gritando con Gabriela. El médico me pidió que esperara fuera mientras hacían los estudios a Sansa

Mientras esperábamos en la sala de espera mi mente estaba torturadorandome. Me comenzaba a caer la realidad de lo que había sucedido con Kendall... tenía que arreglar las cosas con ella... miré a mi lado y vi a Gabriela con la mirada perdida. Ella igual se veía preocupada por Sansa. Puse mi mano en su rodilla y ella levantó la mirada hacia mí

-Ella estará bien, el médico dijo que no hubo daño interno al parecer y es buena señal- dije tratando de mantener el positivismo frente a la situación

Gabriela me miró y levantó una sonrisa agradecida. Se puso de pie y me abrazó.

-Gracias por mantenerme tranquila, sé que estás muy preocupado pero a veces tienes una manera de ser muy tranquilizante- dijo abrazándome con fuerza. Me sentí contento de que ella entendiera que mi intención era ayudarla

Gabriela acurrucó su cabeza en mi hombro y yo rodie con mis brazos su cabeza

-Lamento haber sido un poco idiota hace rato, en verdad estaba muy preocupado- dije disculpandome por haberle gritado mientras conducía

-No hay problema, lo entiendo- dijo sonriendo y acomodándose entre mis brazos- extrañaba esto- dijo al lograr acomodarse entre ellos. Me sentí un poco incómodo con el comentario pero no quería hacerlo notar.

Después de un rato más apareció el veterinario con los resultados de Sansa.

El veterinario tenía una cara seria y se acercó a nosotros. Se veía cansado y como si hubiera estado en una noche larga.

The FalsehoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora