E d w a r d.
La oscuridad invadía mi visión a la vez que un fuerte olor imanaba mis sentidos.
Tampoco recordaba nada, sólo que alguien me golpeó fuertemente cuando volvía hacia la cabaña momentos después de que se fuese Holly.
Parecía cómo si estuviesen esperando a dejarme solo para atacar.
De repente, escuché unas voces algo graves a lo lejos.
-Tenemos que matarlo. -dijo una.
-¿Estás loco? ¡No podemos! -gritó otro. Éste parecía el que mandaba-. Necesitamos que venga la chica a por él, y así acabar con ella y con su familia. -exclamó el otro.
-¿Estás seguro de que vendrá? Sabes que si se enteran los Beaumont estamos muertos. -agregó el otro con algo de temor en su voz.
-No se van a enterar, mi abuelo pertenece al Consejo de Ancianos, él nos cubrirá. -susurró el otro.
-Está bien, pero debemos ocuparnos del humano antes de que lo encuentren, o todo el plan se irá a la mierda. -después de aquellas palabras hubo un silencio, que se rompió poco después al abrir de golpe la puerta que me tenía encerrado en la pequeña habitación.
No dijeron nada, simplemente me sujetaron y pude divisar en la poca luz que entraba por la puerta que uno de ellos sostenía en su mano una pequeña aguja.
Me moví rápidamente intentando alejarme de aquella inyección, pero la fuerza de estos era muchísimo mayor, y me inmovilizaron para después clavarme la inyección en el cuello, sin ningún tipo de cuidado.
Noté aquel liquido extraño correr por mis venas, y poco después algo extraño me invadió, para después dejarme totalmente inconsciente.
H o l l y.
Di vueltas y más vueltas, pero nada. Ni rastro de Edward ni de nadie más. No podía seguir perdiendo el tiempo, así que me dirigí rápidamente hasta un poblado que se encontraba al final del río.
Para mi suerte no tardé demasiado en llegar, y cuando lo hice busqué una cabina telefónica sin coste para llamar a mi padre e ir con él. No me quedaba otra opción si quería salvar a Edward.
-¿Holly? -respondió algo agitado-. ¿Ocurre algo?
-Sí papá, y no tengo mucho tiempo. Necesito que me digas dónde estás, o que vengas a por mí. -dije sin aliento. Tenía miedo, mucho miedo por si venían a por mí y no podía defenderme.
No es que dudase de mi propia fuerza, lo que me daba miedo era que viniesen en grupo, como siempre lo hacían y no tuviesen piedad. Nunca la tenían.
-No puedo Holly, est... -le interrumpí gritando.
-¡Papá por favor! -grité al borde-. Te estoy diciendo que necesito tu ayuda, estoy en peligro. -noté cómo de repente la respiración de mi padre cambiaba.
-¿En peligro? ¿Qué coño ha pasado Holly? -preguntó alarmado.
-No hay tiempo para preguntas, solo haz lo que te he dicho por favor. -supliqué.
Dicho esto, colgó, haciéndome saber que se dirigía hacia aquí.
Dos horas después.
-A ver que me quede claro. -dijo mi madre-. Me estás diciendo que Edward, tu amigo e hijo de mi mejor amiga, humano -recalcó la palabra humano-. Sabe que eres un vampiro, y no sólo eso. Además se le han llevado por tu culpa. -suspiré. Dicho así sonaba fatal, pero era toda la verdad.
-Me molesté con él y... -me interrumpió.
-¡Eso no es excusa Holly! ¡Sabías que iban detrás tuya y no le cuidaste! -gritó mientras daba vueltas por la habitación-. ¿Qué se supone que os pasó para que le abandonases de tal manera?
Respiré hondo y dudé en decírselo. Su mirada dura se conectó con la mía. Transmitía furia, pero a la vez confianza, y eso fue lo que me impulsó sin dudarlo dos veces a decirle la verdad.
-Mamá, Edward no es como los demás... -tragué saliva. No estaba del todo segura de lo que iba a decir-. Él cree que puede tener algo conmigo, pero es imposible... -mi madre no dejó de mirarme-. Es imposible que un humano y un vampiro se enamoren, ¿verdad? -dije con la esperanza de que me lo negara. No quería que me dijese otra cosa.
Inmediatamente me miró, y suspiró mientras se acercaba a mí y se sentaba a mi lado. Por ese gesto me intuí que algo no andaba bien.
-No, por naturaleza no se pueden enamorar. Pero... -pero. Bien. Genial. Estupendo-. Siempre hay algo que marca la diferencia. -murmuró.
-Yo... Yo no sé si Edward puede sentir cosas por mí. -tartamudeé.
-Cielo, él sí que puede, es un humano. Le va a dar igual que seas un vampiro, un oso o una mariposa; si de verdad le has tocado el corazón, eso no le va a importar. -cerré los ojos con fuerza intentando no llorar. Sus palabras no me ayudaban en absoluto, todo lo contrario. Me hacían sentir aún peor.
-Pero yo no puedo darle lo que él quiere. -susurré con un hilo de voz.
-Holly, mírame. -me cogió de la cara obligándome a mirarla pero no lo hice, estallaría en lágrimas-. Mírame. -muy a mi pesar lo hice, aguantándome las ganas de llorar-. ¿Le quieres?
¿Le quiero?
¿Quería a Edward? Claro, pero como un amigo, ¿no?
-Es mi amigo mamá.
-Creo recordar que antes de la fiesta donde os fugasteis juntos, os llevabais fatal. -comentó con media sonrisa.
-Joder, ¡que no nos fugamos! -dije exasperada. No era la primera vez que me había molestado con ese tema.
Negó con la cabeza mientras reía. Irónico, porque a mí no me causaba ningún tipo de risa.
-Era un tema serio hasta que has hecho la gracia. -gruñí. Era un tema que de verdad me preocupaba, porque se trataba de mis sentimientos y era algo que nunca había logrado controlar, y como siempre había salido dañada, no quería que le pasase lo mismo a Edward. Sabía exactamente lo que era ese dolor, por eso soy como soy. Mi carácter sólo era una muralla para no hacer daño a los demás, pero sobretodo para protegerme a mí misma de mis sentimientos.
-No puedo decirte lo que tienes que hacer en cuanto a tus sentimientos Holly, ahí sólo mandas tú y tu corazón. -confesó-. Pero sí puedo decirte lo que tienes que hacer ahora: salvar a Edward de esta, pero sobretodo, mantén la mente fría y ten mucho cuidado. -dicho esto, me abrazó cálidamente y yo me dejé, a pesar de que odiaba los abrazos. Pero viniendo de mi madre, aceptaría cualquier cosa.
Tras la conversación con mi madre, Barlow, mi padre, no me había dirigido la palabra. No es que estuviese enfadado, pero él era así. Tardaba en asimilar los problemas, y más aún de gran importancia como lo era este.
No estaba en juego la vida de un vampiro o de alguien que pudiésemos controlar; estaba en juego la vida de un humano, de alguien a quien nadie de nuestro mundo podía controlar, ya que si alguno más se enteraba, el control anti- vampiros -armas nucleares, militares y todo lo que conlleva aquello, en el peor de los casos- sería muchísimo más eficaz que cualquier epidemia de los nuestros. Nos superaban en número con creces, y por mucha más fuerza y resistencia que tuviésemos, los humanos sabían nuestros puntos débiles, y eso nos hacía en este caso los vulnerables a nosotros, y los peligrosos a ellos.
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Schäger. ©
VampireEnamorarme de ti o entregarte la capacidad de destruirme, como quieras llamarlo. ➸ vampiros. 3 febrero 2015: #72 in vampiros. 18 julio 2015: #152 in vampiros. 5 septiembre 2015: #465 in vampiros. 6 noviembre 2015: #752 in vampiros. 7 noviembre 2015...