Schäger. ©

vingt sept.

-Holly cielo, ¿qué vas a cenar? -preguntó mi madre con su típico delantal. Desde que se habían ido de mi casa para ayudar al clan vecino con los lobos, se habían estado hospedando en otra casa camuflada del bosque.

-Lo que sea, me es igual. -dije encogiéndome de hombros-. ¿Papá aún sigue con lo mismo?

-Sí, y no creo que pueda cambiarlo. Los schäger son así cariño. No puedes cambiar su naturaleza. -dijo mi madre.

-Lo sé, pero no me gusta el echo de que se alimente sólo de sangre... Quiero decir, es un manjar o al menos para nosotras, pero odio el echo de matar a alguien para conseguirlo. Por eso decidí alentarme sólo de sangre animal y alimentos normales.

-Yo también, pero Barlow es un pura sangre y su fuente de energía es la sangre. -murmuró como si no lo supiese.

Por eso mi padre casi nunca estaba en casa. Siempre estaba fuera cazando para él y para los últimos pura sangre de nuestro clan, del cual Barlow es el líder. Desde que nací hemos vivido prácticamente sin él en casa, aunque nunca nos haya faltado de nada. Siempre ha estado a nuestro lado cuando algo iba mal, y siempre nos ha protegido. Al fin y al cabo esa es la labor del líder y de un padre, proteger a tus seres queridos, y a los eslavos en este caso.

La cena fue tranquila a la espera de que llegase mi padre con nuevas noticias sobre Edward.

Tan pronto como lo pensé, apareció por la puerta con el ceño fruncido.

-Ya sé donde está tu amigo. -masculló-. Y créeme que no está en buenas manos. Está claro que le han raptado para obtener algo a cambio, y ese algo eres tú Holly. -me quedé paralizada ante aquellas palabras.

¿Me querían a mí? ¿Por qué?

-Barlow, ¿estás seguro de ello? Ya hemos hablado de esto y... -mi padre interrumpió a mi madre.

-Sí Lilly, estoy seguro. Lo he comprobado con mis propios ojos. Él está bien por el momento, pero no tardarán en hacerle daño sino consiguen lo que quieren.

-¿Y no has podido sacarle de allí? -murmuré temblando. La idea de Edward encerrado con tales seres me ponía la piel de gallina. No quería que nadie le hiciese daño, y todo era por mi maldita culpa.

-No es tan fácil cariño. -comentó-. No se trata de simples vampiros eslavos, se tratan de neófitos. -concluyó.

Mi madre se llevó la mano a la boca de inmediato, y supe que eso no era buena señal. Había oído hablar de ellos, y lo poco que sabía no era nada, pero nada bueno.

Los neófitos son vampiros creados recientemente. Son inestables, salvajes y casi imposibles de controlar; actúan según sus instintos. La fuerza superior de un neófito dura alrededor de un año aproximadamente, durante el cual son increíblemente fuertes físicamente, debido a que su cuerpo va consumiendo la sangre que tenía cuando era humano.

-El clan de Báster ha reclutado a un grupo de neófitos para acabar con nosotros, en especial contigo. -agregó mi madre-. Cuando atacaron al pequeño Jeremy, no fueron los licántropos. Fue un neófito ordenado por Carla, la líder del clan de Báster.

-Al parecer me han descubierto, y quieren acabar contigo ya que yo estoy protegido por el Consejo de Ancianos. -dijo sentándose-. No queríamos que vinieses por esto mismo. Pensábamos que la casa era segura, pero no es así. He hablado con Emmett, y lo que te atacó aquella noche que él acudió no fue un cazavampiros. Fue un neófito Holly, y Emmett no estaba allí por casualidad. Le ordené que vigilase la zona, aún sabiendo su procedencia y su relación con su propio clan, pero accedió a ayudarme, a ayudarte a ti en realidad. -suspiró.

Emmett pertenecía al clan de Báster, el enemigo por decirlo así, por eso nuestra relación no pudo llegar a más. Sabíamos el peligro que corríamos si estábamos juntos, pero en el amor no hay lógica ni seguridad. El amor es ilógico e inseguro, tonto y peligroso.

-Estás diciendo que... si no hubiese estado Emmett allí, ¿me habrían matado? -dije con hilo de voz y con el corazón demasiado acelerado.

Mi madre agachó la cabeza, gesto que solía hacer para evitar llorar y mi padre casi hizo lo mismo.

-Sí, por eso me encargué de que tuvieses la mejor seguridad que tenía en mis manos, que entonces era Emmett. Accedió al instante, y le dio igual si Carla -su madre- se enteraba. A ese vampiro de verdad le importas Holly, y... -tragó saliva-. Me pone mal este tema porque él es bueno, no como su madre. Viene de una mala familia, pero él no es como ellos. Sino no hubiese pedido su ayuda. -suspiré.

Me tapé la cara con las manos intentando procesar toda esta información, aunque Emmett ahora mismo era lo que menos me importaba. Necesitaba saber de Edward, tenerle a mi lado y proporcionarle la seguridad que necesita.

-Entonces... -cogí aire-. ¿Edward ha sido capturado por los mismos neófitos que me querían ver muerta? -mi padre asintió, clavándome así una gran estaca en el corazón, metafóricamente hablando.

-Ahora, necesito tu ayuda. -se levantó de la silla y yo con él-. Pero prométeme que harás todo lo que yo te diga. ¿Entendido? -asentí sin pensármelo dos veces.

-Haré lo que sea con tal de salvarle.

-Mañana vendrás conmigo a hablar con Venice, uno de los pura sangre del Consejo. Le salvé la vida a su hija y está en deuda conmigo, por eso ha accedido a ayudarnos sin decir nada a nadie. Recuerda esto, si se enteran de que vamos a salvar a un humano y que éste sabe de nuestra existencia, irán a por nosotros. -dijo serio. Eso lo tenía más que claro.

-Haré lo que sea papá.

-Ahora duerme un rato, necesitas estar al cien por cien para lo que se avecina. Recuerda todo lo que tu madre y yo te hemos enseñado, ya que lo necesitarás. Eso y mucho más. -murmuró para después irse a una de las habitaciones.

Frío, observador, protector, calculador. Así era Barlow Collings, mi padre.

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