seize.

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La luz tenue que se colaba por las finas cortinas de mi habitación me despertó, haciendo que cerrase los ojos de inmediato por la molestia.

-Jodida luz.-gruñí.

Me levanté y cerré las cortinas del todo para intentar volver a conciliar el sueño, pero fue en vano. Miré el reloj y aún eran las 7 de la mañana, y la verdad no me apetecía nada levantarme, ya que no tenía nada que hacer.

Me revolqué una y otra vez en la cama intentando volver a dormirme, pero al parecer Morfeo no quería ayudarme.

Finalmente me levanté a regañadientes y me puse mi bata calentita. Fui al baño y me peiné un poco, aunque nadie me fuese a ver, me gustaba verme decente y no con cara de muerto recién levantado. Bastante tenía ya con mi tez blanca.

Siempre me han dicho que mi piel es blanca como el mármol, pero claro, no sabían de mi descendencia. Sí lo supiesen, entenderían mi palidez.

En fin, me peiné y bajé a desayunar algo, aunque no tenía hambre. No era muy agradable levantarse y ver que era la única que estaba en casa, no me agradaba encontrarme sola las 24 horas del día.

Tras exprimir 3 naranjas -sí, me gustaba el jugo en cantidad- y prepararme dos rebanadas de pan, me senté en la cocina y desayuné en silencio. No es que no me gustase el silencio, todo lo contrario, lo adoraba. Pero en su cierta medida.

Fregué los platos y me senté en el sillón para poner algo en la televisión, y al ver que no había nada que me interesase, decidí subir a darme un baño.

Cuando el agua ya se había calentado, me despojé de mi ropa y me introduje lentamente sintiendo el agua caliente calarse por todos los poros de mi cuerpo. Cuando me sumergí completamente, suspiré aliviada. Se sentía tan bien. Lo único que me faltaba era la música.

Puse algo lento, 'broken ones' de Jacquie Lee, y cerré los ojos, dejándome llevar por el maravilloso piano que tocaba de fondo.

Me encantaba el piano desde que era una cría, aunque últimamente no he tenido minteresado diversos instrumentos aparte de ese, como la flauta travesera, la guitarra, o incluso la batería. Sí, suena extraño ya que el piano y la batería son dos instrumentos totalmente distintos, pero me gustaban mucho, aunque nunca he tocado nada aparte del piano. Creo que le pediré a mi madre que me apunté a clases de batería, sí.

Me reí ante aquello, pero me sobresalté de inmediato al notar que alguien me llamaba desde fuera. Gritaba mi nombre desesperadamente, y me dio angustia así que salí de mi bañera rápidamente y me puse una toalla alrededor de mi cuerpo.

Me recogí el pelo en un moño y me asomé cuidadosamente al balcón, pero no veía a nadie.

-¡Holly!-volvieron a gritar, y pude distinguir una sombra en el patio.

-¿Quién eres?-pregunté sin obtener respuesta.

Miré de nuevo hacia donde estaba antes aquella figura, pero no estaba. Me sobresalté un poco, y lo busqué por todo el patio sin resultado alguno.

De repente, noté unos brazos cubrirme el cuerpo por detrás y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me tensé durante un tiempo, pero luego me relajé al oír su voz.

-Veo que te estabas duchando...-me susurró sensualmente en el oído. Sonreí inconscientemente sabiendo que no me podía ver, y me giré para quedar frente a sus cristalinos ojos.

-Sí, pero alguien estaba gritando y me interrumpió.-dije agarrándole la chaqueta.-¿Qué haces aquí?-le pregunté y él sonrió, como siempre.

Schäger. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora