six.

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E d w a r d.

Cerré la puerta de mi apartamento y respiré profundamente.

Eran alrededor de las 20:00, estaba todo oscuro. La casa de Holly me pillaba a veinte minutos aproximados de aquí, así que tendría que ir en coche.

Me temblaban las manos al volante, ¿por qué estoy nervioso? Suspiré y puse una de mis canciones favoritas de The Script, 'Superheroes'.

Aparqué el coche en la acera del frente, y llamé al timbre.

La casa de Holly era enorme, su madre manejaba mucho dinero debido a que era muy conocida en su trabajo, y podía permitirse esto y mucho más.

Inmediatamente me abrieron la puerta.

H o l l y.

Bajé en busca de mi madre para informarla de que Edward iba a venir, siempre tenía que saber quien entraba o salía de mi casa, por seguridad.

Se encontraba sentada en el sillón leyendo un libro. Sin duda, mis cualidades de escritora las he heredado de ella.

-Mamá-dije mientras me acercaba a ella-Edward va a venir en un rato.-me senté y me miró sorprendida, después de dejar sus gafas en la mesa.

-¿Edward?-sonrió-Vaya, has cambiado de opinión rápido.-rió.

-Más quisieras.-reí.-No es eso, quiero explicarle mi comportamiento de ayer.-miré hacia otro lado.

-Es broma cariño.-noté su sonrisa a pesar de no estar mirándola.-Gracias por avisarme, ¿os preparo algo para cuando venga?

-No seas pesada.-la dije.

Justo en ese instante llamaron a la puerta.

-Está bien. Anda ve a abrir, será él.-salté del sillón y en apenas un segundo estaba en la puerta.

Tenía el pelo despeinado, y su sonrisa estaba presente, como siempre. Me miró de arriba a abajo, pero le ignoré y le invité a pasar.

Subí rápidamente antes de que mi madre comenzase con sus típicos comentarios violentos, y cerré la puerta de mi habitación en cuanto entró.

-Hola.-me sonrió. Qué molesto.

-¿Por qué querías verme?-pregunté y se sentó en mi cama pero yo me quedé de pie.

-Quería saber que estabas bien, con mis propios ojos.-tragué saliva.-Y como ya veo, se ve que estás bien.-rió y no entendí el por qué, hasta que me hizo una seña para que mirase mi ropa.

Tenía puesto el pijama: un pantalón corto de seda con una camiseta semitransparente sin sujetador. Se me veían los pezones hasta a cinco kilómetros de distancia.

Me tapé de inmediato con las manos y grité.

-Mierda, mierda, mierda.-me di la vuelta y él seguía riéndose.-Lo siento, no pensé en mi ropa cuando habías llegado, joder.

-No te preocupes, no son los primeros que veo.-por alguna razón eso me sentó mal.

-Esto es realmente vergonzoso.-me volví a dar la vuelta con las manos aún en mi pecho.-No mires.

-No lo haré.-se dio la vuelta.

E d w a r d.

Ojalá no la hubiese dicho nada, ahora seguiría teniendo aquellas vistas tan perfectas de sus grandes amigas.

Idiota.

Miré por el rabillo del ojo y la vi. Hasta ayer, nunca me había fijado en su cuerpo. Ese vestido la quedaba tan bien, realzaba su figura al máximo, sus grandes pechos, joder. Estuve toda la noche imaginándomela sin ese vestido.

Schäger. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora