dix neuf.

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¿Qué querría mi padre ahora? Era raro que me llamase él, dadas las circunstancias.

Lo cogí y escuché su respiración bastante agitada.

-¿Holly?-preguntó asustado desde el otro lado de la línea.

-¿Sí papá? ¿Estás bien?

-Sí, yo estoy bien, pero el clan de Baster a sido atacado de nuevo. Y esta vez ha habido más afectados que la última vez.-tragué saliva. Se suponía que el mi clan estaba ahí para ayudarles, no para empeorarlo todo. Algo andaba mal, muy mal.

-¿Cuántos?-pregunté refiriéndome al número de vampiros muertos.

-14.-dijo con la voz pesada. Estaba rabioso. Le conocía lo suficiente como para saberlo.

-Mierda, ¿14?-casi grité-papá, dime la verdad, ¿son sólo licántropos?

-Sí, Holly. Pero son muchos, nos triplican.

-Papá...

-Es la verdad Holly.-sabía que me seguía ocultando algo.

-El otro día vino Emmett, y no precisamente para tomar café.-dije con seguridad. Ahora o bien me contaba todo lo que estaba pasando, o me montaba el pollo del siglo.

-¡¿Qué, qué?!-en efecto, estaba cabreado-¿Cómo que Emmett? ¿Por qué? ¿Te hizo algo?

-No papá, más bien me protegió.-carraspeó.

-¿De qué?

-De un puto caza vampiros. Sí no llega a aparecer él minutos antes, probablemente hubiese muerto, y todo por quedarme en esta estúpida casa sin ninguna protección. Debería haber ido con vosotros, como bien os dije.-las palabras salían de mi boca como balas. No podía controlarlo, simplemente me salía así.

-Claro, y dejar que te maten aquí 200 caza vampiros, ¿no? ¿Esa es tu idea?-¿200? ¿Tantos eran?

-Dijiste que sólo eran licántropos.-gruñí. Esto era muy serio.

-Holly, no quiero hablar de esto. Sólo escúchame por favor.-pidió.

-No, me vas a escuchar tu a mi. Estoy harta de que no me digáis las cosas. Soy bastante mayorcita como para tener mis responsabilidades, sean arriesgadas o no arriesgadas. Pensar un poco, sí no me arriesgo ahora, seré un vampiro muerto cuando alguien me ataque. Tengo que saber defenderme, aprender, y para eso necesito que me dejéis libertad. Sólo quiero libertad y poder entrenarme mejor, dar todo de mi-respiré hondo-Papá, dame una oportunidad. No te pido más.-rogué y escuché la respiración entrecortada de mi padre.

-Holly, hablaremos de eso en otro momento. Por favor, se me acaba el tiempo-¿qué tiempo? ¿Qué estaba pasando?-Escúchame, tienes que salir de casa ahora mismo. Van hacia allí.-soltó de golpe y casi se me para el corazón.

No. Mierda, mierda y más mierda. No joder, no ahora.

Colgué sin pensármelo dos veces y recogí lo imprescindible en una mochila, y después cogí mi teléfono. Y justo en ese momento se abrió la puerta de la entrada.

-¿Holly? ¿Sigues aquí?-preguntó Edward.

-Joder, Edward.-susurré y se me congeló la sangre.

Me había olvidado completamente de él. No podía dejarle aquí sólo y menos en su casa. Ellos están demasiado cerca, sabrían que él a estado conmigo y lo más seguro es que le maten. Y eso es lo último que quería.

-Edward, nos tenemos que ir.-dije bajando las escaleras apresuradamente.

-¿A dónde?-preguntó desubicado.

Schäger. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora