cinq.

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H o l l y.

"Ángel."

Estábamos sentados en el acantilado de 'Los Gigantes', en una isla situada muy cerca de África. Me había llevado por nuestro sexto aniversario, pero las cosas salieron mal meses después, y todo se acabó.

Inmediatamente, me puse de pie en la cama y arranqué la foto del techo. No sé por qué seguía guardando esa foto, no salió nada bueno de aquella relación. Nada.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas, los recuerdos inundaron mi mente, y las lágrimas ya se adueñaban de mis mejillas como consecuencia del dolor de recordar. Odio esto, sentir. Lo odio. Es el dolor más abrumador que he podido experimentar, y jamás volveré a sentirlo.

Fui arrancando foto por foto, todos los recuerdos acabados en dolor. Las arrugué y las tire por la habitación, y grité a más no poder, de todas formas nadie me escucharía.

Saqué la pequeña caja que tenía guardada en el armario con más fotos, cartas, y algunos accesorios y regalos. La mayoría eran de Ángel, joder. ¿Por qué habré guardado toda esta mierda? Debí haberlo tirado cuando me mudé a este lugar.

Escuché el ruido de la puerta, y no lo pensé dos veces, salí por la ventana.

E d w a r d.

-¿La habéis encontrado?-dije a Lisa.

-No, aún no.-maldije.-Aunque no creo que esté muy lejos, volverá. Siempre lo hace.

-¿Se escapa a menudo?

-Oh sí, pero es normal en ella. Huye de los problemas, de sus miedos. Se siente bien así, lleva toda su vida haciéndolo.-dijo algo decepcionada.

-Necesito hablar con ella.-Iba en serio, tengo que hacerlo.

Siempre tengo que ayudar a las personas, es algo que me caracteriza desde que tengo uso de razón. No puedo evitarlo.

-Claro que lo harás, pero cuando vuelva.-sonrió.-Volveré a casa a ver si está. Te llamaré, Edward.-Asentí.

-Gracias.

Salí del hospital y me subí al coche. Apoyé mis manos contra el volante y cubrí mi cabeza con mis manos. Me dolía muchísimo, tenía que dormir unas 10 horas por lo menos para que se me quitase.

Maldije por lo bajo por decimocuarta vez en el día, y recé por que Holly estuviese en su casa.

H o l l y.

Dos horas. Creo que ya es hora de volver, lo último que quiero es que mi madre se arriesgue a buscarme, aunque seguramente ya lo esté haciendo.

Siempre hago esto, ¿por qué sigue buscándome? Sabe perfectamente dónde estoy, no me lo dice, pero lo sé.

En pocos minutos estoy en la ventana de mi habitación, mirando la puesta de sol a través de los altos pinos y abetos del bosque.

Unas manos tocaron mis hombros.

-¿Estás bien Holly?-me preguntó la dulce voz de mi madre.

-Sí mamá, lo siento.-me giré y la abracé.

-He estado preocupada, ¿dónde has estado?

-No tienes por qué hacerlo, ya sabes donde voy.-suspiró.

-Él también ha estado preocupado.

-Me da igual.

-¿Por qué te comportas de esa manera Holly? ¿Acaso te soluciona los problemas tu actitud?

Schäger. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora