La sensación de extrañar a alguien que te gusta es una de las más extrañas y confusas que se pueden experimentar, es como si tu corazón estuviera constantemente anhelando la presencia de esa persona y cada momento lejos de ella se vuelve insoportable. Todo lo que quieres es ver a ese amigo que tanto te gusta y buscas cualquier excusa para poder pasar un poco de tiempo juntos.
Había muchas formas en las que intentas acercarte a esa persona especial, en lo especial a mí se me ocurrió hacerlo a través de actividades compartidas como no sé tal vez un amistoso juego de baloncesto. Siento que el deporte puede ser la excusa perfecta para poder estar cerca de él, para verlo sonreír, para escuchar su risa, para sentir su aroma tan delicioso.
Me imagino un escenario en el que cada vez que lance la pelota hacia el aro mis ojos buscarán los suyos anhelando ese momento de conexión, de complicidad, de cercanía, aunque sé que el objetivo del juego es ganar en realidad lo que más deseo es ganarme su atención, su interés y su cariño.
Aunque a veces la realidad es más dura de lo que uno espera, intento disimular el nerviosismo y la ansiedad, pero de alguna u otra forma se apoderan de mí. Siento que a medida que el juego avance sentiré que la presión se incrementará y que cada jugada se convertirá en una oportunidad de acercarme a él, pero también estoy tomando un riesgo de alejarme aún más.—Mamá ¿Si invito a mis amigos a jugar un partido de básquetbol me darías permiso? - Dije mientras mi mamá estaba lavando los trastes.
—¿A quién quieres invitar? - Me miró curiosa.
—Tengo pensado invitar a Agustín, Daniel, Carlos, Gabriel, Alex, Ángel y a José.
—¿A José? ¿Él acaso no es chico gamer?
—Si mamá, pero al parecer también le gusta mucho jugar tanto básquetbol como fútbol.
—¿Puedo decirte una observación?
-Claro mamá.
-Siento que lo andas invitando mucho cariño.
—¿A quién mamá?
—A José. — Me miró con cara picarona.
—Mamá no me mires así.
—¿Acaso te gusta?
—¿Qué? No mamá. - Respondí con frialdad sabiendo que por dentro era un rotundo si a todo, a verlo, a escucharlo, a mimarlo y decirle que me trae colgando de un ala.
—Tarde o temprano te gustará o se terminarán gustando, lo presiento. -Me miró dejando una pequeña risita dibujada en su rostro.
—No lo creo mamá solo somos amigos. - Anhelaba que no fuera así.
—¿Te soy sincera? Miriam y yo tenemos un presentimiento acerca de ustedes.
- ¿Qué clase de presentimiento?
-Que en algún momento ustedes se van a gustar y me aterra un poco eso.
- ¿Por qué lo dices mamá?
-Porque en el momento que ustedes sean novios algo se terminara ahí y perderás a tu amigo.
—No mamá tú tranquila, no creo que llegue a pasar algo parecido, te aseguro que entre él y yo solo seremos amigos.
—Está bien cariño, volviendo al tema inicial, si te doy permiso ahora la cuestión sería tu papá.
—No te preocupes mamá yo me encargo de ello.
Tenía que buscar la manera correcta para platicar con mi papá, estoy castigada por no haber pasado el examen de ingreso a la universidad.
Es complicado, pero con las tácticas correctas podré evadir un poco las reglas de mi papá. Me pone un poco mal mentirle a mi papá, pero si no me apoya creo que tendré que hacer lo que tenga que hacer para estar bien, herede el don de mi papá al decir mentiras piadosas, lo único en lo que te debes de fijar son los detalles. Me encargaría de ese tema después primero tenía que organizar al equipo, tal vez hacer algunas llamadas o mandar algunos mensajes en su defecto.

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El chico de la sudadera Amarilla
Teen FictionMichelle y José, dos amigos íntimos que comienzan a sentirse atraídos el uno por el otro, así que deciden salir. Al principio la relación es un sueño pero pronto José comienza a tratar mal a Michelle, llegando al punto de enviarla al psicólogo. En m...