La pijamada

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Hace tiempo que no veo a mis amigos y me pone mal esa parte ya que no me dejan salir o bueno por lo menos mi papá no desde que no pase el examen para la universidad tiene una actitud diferente.
Mi corazón se siente pesado, como si un gran peso lo aplastara cada vez que pienso en la forma en la que mi papá me trata desde que reprobé el examen de ingreso a la universidad. La tristeza y el enojo se mezclan en mi interior, creando una tormenta de emociones que me consume por dentro.
Desde que recibí la noticia de que no había pasado, la actitud de mi papá hacia mí ha cambiado por completo. Antes solíamos tener una relación cercana y amorosa, llena de risas y complicidad. Pero ahora, todo eso ha desaparecido, reemplazado por un silencio helado y miradas de desaprobación.

No puedo evitar sentir que he decepcionado a mi papá, que he fallado en cumplir con sus expectativas y que eso lo ha llevado a distanciarse de mí. Cada vez que me mira, veo en sus ojos la desilusión y la frustración. Me siento como si fuera una carga para él, como si mi fracaso fuera una mancha en su reputación.
Su comportamiento se ha vuelto un poco  frío y distante. Su silencio me hiere más que cualquier palabra que pudiera decir, porque sé que detrás de ese mutismo hay un mar de resentimiento y decepción.
Cada vez que intento acercarme a él, siento como si chocara contra un muro infranqueable. Mis intentos de disculparme y explicarle lo sucedido caen en oídos sordos, como si no quisiera escuchar lo que tengo que decir. Me siento como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida, sin poder encontrar la forma de llegar a su corazón.
¿Cómo puede ser tan despiadado conmigo, su propia hija? ¿Acaso no entiende que estoy pasando por un momento difícil y que necesito su apoyo más que nunca?
No fuera Dariana . . .  Mi media hermana que a sus 29 años pasó el examen de ingreso a la universidad y la felicitó como si hubiera ganado un súper bowl.

Me enfurece su falta de empatía, su incapacidad para ver más allá de su propia decepción y entender que yo también estoy sufriendo. No se detiene a pensar en cómo me siento, en el dolor y la vergüenza que me provoca no haber pasado el examen. Solo se enfoca en lo que considera un fracaso mío, sin darse cuenta de que su actitud solo empeora las cosas.
A veces siento ganas de gritarle, de hacerle entender lo mucho que me duele su actitud, pero sé que no serviría de nada. Su corazón parece haberse cerrado a mí, dejándome afuera en medio de la tormenta emocional que me consume. Me siento sola y abandonada, sin la figura paterna que solía ser mi refugio en medio de las dificultades.

La tristeza y el enojo se entrelazan en mi interior, creando un nudo que aprieta mi garganta y me hace sentir como si estuviera a punto de ahogarme. No puedo evitar llorar cada noche, sintiendo la pesadez de la decepción y el rechazo que me embargan. Me pregunto una y otra vez qué hice mal, por qué mi papá no puede ver más allá de un simple examen y entender que sigo siendo su hija, a pesar de todo.

Me pregunto si algún día las cosas volverán a ser como antes, si alguna vez podré recuperar la relación cercana y amorosa que teníamos antes de mi fracaso. Pero por ahora, solo puedo sentir la tristeza y el enojo que me provoca su comportamiento hacia mí, como una herida abierta que se niega a cerrarse.

Mientras tanto tengo que vivir en esta jaula llamada casa que no me deja respirar, que me ahoga, que me asfixia con toda su fuerza hasta dejarme sin aire.

Tomé mi teléfono y mandé mensaje al grupo que tenía con mis amigos y amigas: Agustín, Amelia, José y Laura.

—Hace mucho que no tenemos una pijamada juntos, ¿qué les parece si organizamos una este fin de semana? Podemos ver películas, hacer mascarillas faciales, jugar a juegos de mesa, y simplemente pasar un buen rato juntos.

-Amelia: ¡Me encantaría! ¡Hace tanto tiempo que no nos vemos y una pijamada suena perfecto!

-Laura: ¡Sí, definitivamente tengo que desestresarme un poco y una noche de chicas suena ideal!

El chico de la sudadera AmarillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora