—¿Cómo que te arrepientes?
—No quería que se escuchara de esa forma.
—¿Estoy tan mal? ¿Doy asco? ¿No soy suficiente para ti?
—No es eso Michelle. —Bramo con tal enjundia. —Son otras cuestiones que van mucho más allá de mis límites.
—¿Qué cosas? ¿Qué límites? —Alce un poco la voz.
—No te alteres por favor, mira no quiero que lo tomes a mal ni que te sientas mal, simplemente no estoy listo para tener una relación con nadie.
Torcí la cara inevitablemente y él se dió cuenta, él siempre se daba cuenta.Me conocía tan bien que sabía perfectamente cuando algo me molestaba o me irritaba.
—Te específico que quiero estar soltero no porque quiera estar con alguien, sino porque me gustaría tomarme un tiempo para mí.
—¿Me utilizaste solamente?
—No.— Negó de forma sería y con el semblante más que enojado.
—Lamentablemente yo lo permití.
—No te utilice Michelle, ¡No vuelvas a decirlo!
—Entonces ¿QUE CARAJOS ESTAS HACIENDO?— Grite y no me detuve a llorar.
Las personas que estaban trabajando al lado en la obra voltearon a vernos con lujo de detalle.—Te pido que no grites Michelle. — Me tomó de la cara y con sus manos creo una especie de protector para mis ojos porque había mucho sol. —Michelle creeme cuando te digo que mi intención no es lastimarte.
—Pues siempre demuestras lo contrario José.
—De verdad no quiero lastimarte, no quiero . . .
—Demuestralo comportandote como lo que eres.
—¿Y que es lo que soy?
—Mi amigo, única y exclusivamente mi amigo.
—Puedo comportarme a la altura.
—Lo dudo mucho porque cuando tienes oportunidad me besas. — Bajó las manos, me tomó de la cintura y me acercó a él a pocos centímetros de su rostro.
—Nunca te has negado, yo sé que te vuelvo loca porque cuando te beso no me niegas ni te haces a un lado.
Me dejó sin palabras.
—Admite que a ti te gusta que te bese, que con cada aliento que te robó te hace sentir diferente, te hace sentir mía.
—José . . . Yo . . .
Le iba a contestar su apuñalada que contenía pura verdad, era cierto me encantaba sentir que me deseaba, que me quería, no me podia negar a mi misma que sus besos eran tan cálidos y exitantes que no perdía oportunidad para obtenerlos aunque por dentro la culpa me carcomía.
Una llamada interrumpió el momento, solo escuché como José decía.—De acuerdo, llego en unos 10 minutos ya estoy saliendo para allá. —Colgo la llamada, luego volteó a verme y con un abrazo dijo adiós.
—Me tengo que ir, mi mamá me está esperando, luego te veo.
Me quedé en la puerta unos cuantos minutos viendolo como caminaba y como se iba alejando poco a poco, posteriormente me alejé poco a poco llorando en silencio.
Llegué a mi cuarto y me desplomé, simplemente no podía pensar en otra cosa que no fuera en él y la amistad que colgaba de un hilo.
Me atreví a mandarle un mensaje diciendo.—No te vayas, no quiero que te vayas, no me dejes, tú no me dejes.
A los pocos minutos recibí un . . .
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El chico de la sudadera Amarilla
Teen FictionMichelle y José, dos amigos íntimos que comienzan a sentirse atraídos el uno por el otro, así que deciden salir. Al principio la relación es un sueño pero pronto José comienza a tratar mal a Michelle, llegando al punto de enviarla al psicólogo. En m...