Las estrellas del firmamento
Apenas tocó las gotas del inmenso mar y el brillo del sol, difractó los rayos de luz, para dormir sobre las nubes.
Apenas miró el río más profundo, donde desembocan las estrellas del firmamento, para subir sobre las nubes.
Nadie es conocido en su lugar, mejor busca un lugar, un lugar en las nubes.
Apenas expiraron sus ojitos hacia el cielo, el arco iris perdió su color, una longitud en el espectro.
Mañana es hoy compañero, alguien está sentado sobre las nubes, sonríen cuando subes o cuando bajas; no basta cavilar ucronías que se mojan en la lluvia de las fantasías.
Mis ojos hacia el cielo
La didáctica verbal de una noche fantasiosa, me llevó a escalar un sueño sobre la almohada, dibujando un arco iris cuya acústica sinfónica emitía un acorde mayor entre las paredes de la habitación tanto así que calaba en mis tuétanos hasta fragmentar efímeras ideas de dormir entre las ventanas del firmamento.
Pero yace entre las vacaciones de verano, un sol que no deja de dar luz, un reflejo de vida entre los jardines del firmamento, una esperanza fotosintética que impulsa la fuerza del amor.
El amor de una semilla al germinar, de una madre al mirar, sus hijos avanzar; el todo y único, Dios.
¿Seréis vosotros el papel para escribir o la tinta para plasmar?¿Soy yo la carta de recomendación? Definitivamente soy pequeño entre todos y no se nada, tengo tanto de aprender y enseñar, compañero visual.
He puesto mis ojos al cielo, hasta el final, así se desgaste mis córneas, el cielo es un fragmento sobre mi cabeza.