En la víspera del otoño pasearé por las ventanas del jirón de la unión, y miraré la ultima escena de las esquilas, espadañas que se caen a pedazos por el tiempo incongruente en su estado natural...
Más el resuello de las avez, dan paso a la esencia, al alborozo de un sábado tal vez nublado, tal vez soleado por el corto lejano andar de vuestros pasos ocultos en mis crónicas mentales...
Pero, aun mas allá del empíreo azul suenan las coplas que se elevan al ardoroso y cálido país de nuestro descanso...
No deseo fenecer en el parterre de tu inadvertencia, en la voz latente de nuestra existencia...
Tal vez en Lima llueva como aquella vez...
Y cuando en la acronía del viento retuerzan vuestras voces, y se pongan con el sol de manera atemporal con el cielo dicótomo, parlarán las aves en su nido y trinarán del frío soleado de la ciudad para calentarse, más el amanecer será cálido para ellos, y ellos serán primaverales con su prójimo, entonces mutuamente cerraremos los ojos para escuchar su cántico matutino y dejar a Dios vuestro camino...
Posad la mirada sobre las nubes y ver como se mueven sin moverse el piso, es una faceta lírica, una antítesis viral que contagia la curiosidad del que lo observa detenidamente...
Tomaré un café en el centro de Lima, mientras llueve sobre la ciudad,
aunque los vientos giren las hojas, ahí estará vuestra amistad,
tiñendo las campanas prenocturnas de miles sensaciones
que se conjugan en versos y demás emociones.
Somos memorias, somos futuro, somos...
En algún lugar del infinito firmamento
termina de escribirse el cuento,
y, aunque sea tarde para despertar
no es el tiempo para lamentar.
Levantaos y caminad pues el sendero es largo
y esta prohibido vivir en letargo
poned la confianza en Dios
y salid adelante sobre la prueba y el dolor.
Sed agradecido
pues a su tiempo serás bendecido.
Tiempo de aprender, tiempo de recapacitar..
Yo escribí memorias pero Dios guía mi futuro.