Principios invernales, pasos de lejos, visitas de cerca
somos extraños en un mundo de conocidos,
el sol es sombra para nuestro abrigo y la bulla,
el silencio en nuestro retiro...
Principios invernales, que sales de mañana y mueres en la tarde,
somos ajenos a lo común, tan solemnes, tan vivientes...
así pase el tiempo, tu luz no deja de brillar como diciembre es a junio
como el verano es al invierno se resiste a morir y dar el paso a lo memorial...
Un café y poemas, un café sin problemas, la vista junto al mar y ponerse a reflexionar, porque el cielo es azul y crece el abedul enclaustrando mi voz en un desierto en la letanía del tiempo...
un café y elegías, cerrar los ojos, sentir que escogías, el aroma de las tardes frías del otoño que sembraron semillas musicales, un acorde dominante con el viento, pero...
lo nublado del silencio es cocina de ciegos...
No pensé tomar un café y leer el periódico en la noche, ver a la gente conversar y yo imaginar, la autobiografía de lo desconocido.
Neblina sobre la ciudad, que baja sobre mis pies, nada es importante que un viejo interés,
el reflejo de lo que es y lo que veo al revés.
La perpetuidad de las ondas corales que se escuchan en las cuerdas sentimentales
de un viejo pasillo nocturno donde el silencio me pone taciturno, donde la garúa con el viento dan el concierto de voces navegantes, sobre los oídos resonantes como versos musicales ilustrados en el pincel de los tiempos...
Hubiera querido ver brillar el sol una vez mas, como este mayo entre neblinas, danzando bajo la garúa mientras caminas, compartiendo al prójimo, la elegancia de frasear lo utópico de la escena mental que nos anexó en diligencias histriónicas colmadas de puro silencio, el sonido del concierto de vuestra palabra.
Hubiera visitado los jardines de la esperanza, pero la esperanza es un ápice en la luna, una fantasía bucólica que adorna el invierno porvenir...
Debussy tocó y yo escuché, Chopin escribió y yo leí...
