Yo miro las estrellas sobre el cielo nublado y canto contigo la canción del olvido, esa que no se escucha, que se desvanece entre las cortinas del desierto que separó el agua del vino y alejó nuestros destinos, para no volver y quedarse tácitamente en las nubes de mi cóctel.
Yo miro las estrellas sobre el cielo nublado, del amor y la paz, una voz he de escuchar, una sonrisa...
Una vez más vosotros completando el camino hacía el campanario, entre senderos primaverales e inviernos decadentes, de sueños y estrategias especiales.
Una vez más vosotros mirando el cielo despejado y nublado, con ojos cerrados cargados de la llovizna matinal posada de nocturna esencia tierna, oh tiernas cuitas de setiembre, dejadme en las avenidas del mes sobre el campanario...
Visíteme en setiembre, donde las pupilas no desfallecen, visíteme al atardecer del invierno que se desvanece, visíteme y aunque no toques la puerta que se envejece, visíteme en setiembre, donde las pupilas no desfallecen.
He comprado un jardín cerca al rió y el manantial lo verdece, visíteme en setiembre, cuando los nidos trinen de alegría y la voz calle al vació, del silencio al desvío, palabras que perduran en la garganta que decrece.
Desafinadamente correcto, afinadamente incorrecto, como pasear sobre el mismo trayecto, de estrellas sobre el firmamento que aguardan el concierto de voces nocturnas y mañanas tardías, cómo lo esperabas, como solías.
El invierno está muriendo y la primavera floreciendo.
Acompáñame a está velada sobre la ciudad y mira el cielo en su perpetuidad...
Sobre las auroras he puesto colores y sobre ellas e dibujado el paisaje virtual, un arco iris sin igual...
Sobre aquel jardín he puesto mi cabeza pues la primavera no empieza, somos jardineros de una sola flor puestos por el bendito Creador. Sobre aquel jardín he puesto mi cabeza para sentir la suave firmeza del suelo del cual brota las florecillas que cantan cuando tu brillas. Sobre aquel jardín he puesto mi cabeza para hacer morir mi torpeza, hacer sonreír el jardín por ultima vez y escribir infinitamente en mi vejez...
Invierno de sol que cae sobre la mágica esencia de tus mejillas y me hace mirarte sobre mis rodillas, la silueta impregnada sobre la pared, amor de amores, eres el candor de los olores, la brisa que destila paz , tus tersas manos inhiben el frió que muere en sus principios estacionales, eres la princesa que nace en setiembre...
Sobre aquel jardín reposa mi voz, mi audible armonía, eres fa y yo sol, eres sostenida y yo bemol, eres única en entre mis acordes. Quédate en vacaciones y armemos el jazz, la casa de playa está lista y mis triadas son escalas que van hacia ti, que bonito es reposar sobre las nubes...
Yo miro las estrellas sobre el cielo nublado, pues miro detrás de tu tristeza, tu amor, tu belleza, y aunque mis faroles miren tu ventana, yo miro las estrellas sobre el cielo nublado. El invierno toma sus maletas y yo te espero en el aeropuerto, estoy con mi cartel de bienvenida, quédate y siéntate aquí, avez de tulipanes, que germinas la ciudad con tanto amor...
Yo miro las estrellas sobre el cielo nublado...