Parece no entenderse la complejidad de tus haberes aún sabiendo que nuestra simbiosis era un ocaso partido por el desdén de la ignorancia mutua, que destrozaba los fragmentos que se quedaron en casa, hoy es el día de la benevolencia y dormir en los pedazos del destierro, del amor y las soledades, del silencio y las conjeturas absurdas de mis escritos...
Navego entre los vientos y la borrasca, que nublan el paisaje de tu silueta primaveral, y el desdén de las frases acomodadas entre viernes y lunes por la noche, cuando la ciudad se cierra al olvido y despierta a las voces de mi camino...
Destiérrame de tu memoria cromática y enséñame el camino a la salida, esa que no acongoja al pasar por mi herido corazón, no te preocupes, yo me voy sin que me digas nada y cerraré la puerta de mi canción para ti...
Y fue entonces que callé y mudó el tiempo entre ventanas, cortinas y casas, de pronto, algo pasó...
Tomémonos un café en el tiempo, y muramos al destierro de los claustros, el mar está helado pero mi mente absorbe el calor de tu música...
Hay una frase para ti, una que me acompaña cuando te visito en mis memorias futuras, una que la leo solo cuando cae la noche y pierdo tu rastro sobre la ciudad, quiera verte una vez más, mas despierto que dormido, para decirte que sigo vivo y que no he muerto al cromatismo de tu voz sutil...
Hay calles donde la bulla se pierde, donde el grito no existe, y el silencio es el descanso.
Duerme pasajero del desierto y reposa tu cabeza sobre las ganas matutinas, descansa y destila la poesía, brilla en el paisaje de la luna y cuenta las horas brillantes donde la luz opaca la soledad que nos cubre, duerme sobre las cortinas del cielo...
La maravilla de navegar sobre tu mar, una experiencia de sonrisas, una lágrima sobre la cornisa, donde saltar a las aguas es un desdén de caviladores que fenecen en el tiempo o marchitan cual flor en el desierto.
Mírame avecilla del campo y siembra tus jazmines en el manto, de mi perpetua mirada, hacia el horizonte de tu clásica esperanza matutina, donde despiertas con la sonrisa acuestas y los ojos cuando brillas...
Y volveréis a verme en diciembre como en Puerto Palmares, con las rodillas heridas de esperarte, con el corazón cansado de tanto llamarte, en el paso silencioso de mi desenfreno febril.
Acercaos sirena, silueta del ocaso, y canta conmigo mis acordes, he perdido mis voces en la penumbra de las noches, tu voz es un cántico a las flores y evitas el desdeñar de los colores...
Y volveréis a verme sentado en tu balcón de mañana, cantando en tus oidos, que no entienden, que no creen, eres una flor que muere entre las mentiras del mundo, y te duele florecer, yo te creo pues he perdido mis raíces...
¿Qué es creer, qué es confiar? Una frase compleja para vosotros en el intervalo canónico de los tiempos, creer o confiar, dejar o fenecer a la idea, sonreír o llorar...
Te dejaré volar en el viento y yo me marcharé en el desierto de la ignorancia, seré un aprendiz de tu fragancia, esa fragancia que se pule en el tiempo de aquellos, te dejaré reír en el jardín de la esperanza y yo volaré con el polen hacia donde me lleve el viento, mañana será un día mejor...
Vuestras alegrías vendrán a tu soleado amanecer, es el tiempo de crecer, hoy se comparte tu carisma con los rayos del sol y la sombras de los arboles, alivian el calor, vuestras alegrías vendrán y todo pasará...
Puede existir alguien en los tiempos...