Parte 40: Mecer

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Escribiré el camino de mi reposo y alzaré mi voz a las aves del mar, para hacer pasar en la inocencia los ojos que miran el firmamento estrellado por causa de las estelas nocturnas.

 Y voy a esconderme en tus pupilas fragmentadas por el otoño que se vence con mi tácito silencio, acampando en las suaves palabras y abrigar el vacío de la inocencia por la ausencia verbal, que son la insignia de la magra voz perdida en el viento de mi voz...

Prefiero caerle bien al cielo que a las nubes, no es mi consuelo ni mi romance, pero si mi percance, prefiero vencer el miedo a caer en las estaciones llenas de gente, que se consumen con el tiempo y se desvanecen sonriendo.

Mañana el cielo rosará mis mejillas y la brisa del viento vuestras alconcillas, para cambiar el color del verano que se fue con la anáfora de su carácter...

Bailaremos entre las cortinas del palacio? O dubitaremos ante la disyuntiva de mecer o crecer, entre vivir o morir...

Voy a esconderme en el eco de la fragancia de los tulipanes, y reposaré en la música de los corales...

Mecer, mecer, mecer, los colores del arco iris, como cuando caemos en la siesta de los que añoran la victoria sobre la derrota de la vida...

Hablemos de vivir, hablemos de sonreír, callemos de llorar, callemos de morir...

Si tuviéramos la moraleja sobre la carpeta, y miles de estrellas entre la maleta, pasearía por el firmamento para soñar que el cielo se llena de sonrisas y yo, el jardinero cerré los ojos a la música de los oídos, paisaje vividos...

Mece el tiempo la poesía, y vivía. Mi casita es un acordeón de acordes, música para dormir y silencio para despertar...

Hoy brincan las aves sobre tu jardín...como ayer en la mañana cuando levantabas la cabeza hasta ver el horizonte...

Hoy se mece el tiempo...




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