Desconfianza
Ethan Spencer.
—Tu hombre —respondo con un tono frío—. ¿O todavía no te ha quedado claro?.
Su mirada fría me congela y molesta. No soy un santo, no, pero tampoco soy el peor hombre del mundo como para que dude así de mí.
Llevamos más de una semana viviendo juntos, nunca dudó de mí, pero de repente entra a mi oficina con este tono que nunca había escuchado de su boca.
Es como si se hubiese olvidado totalmente de todo. Como si no fuera a ella quién tengo frente a mí.
—¿Me estás viendo la cara de estúpida? —me pregunta enojada.
Me le quedo viendo de la misma manera en la que ella me ve a mí. Chocando con una pequeña liga de frío y calor, viendo la pose en la que está, que hace que su camisa me dé una pequeña vista de lo que he estado disfrutando sin cansancio alguno últimamente, y al mismo tiempo, viéndome de esa manera salvajemente fría.
—¿Por qué de repente dudas de mí? —pregunto con curiosidad.
—No importa el porqué, solo importa lo que te estoy preguntando, y aún no has respondido —responde con un tono áspero.
—¿Alguien te habló mierda de mí? —siempre he trabajado de manera tan cuidadosa, que nada de lo que hago pasa de ser una mínima sospecha ante el ojo público.
Solo los que me conocen, saben los pasos que doy. Y ella, no sabe ninguno.
¿Entonces cómo diablos se enteró?.
Suelta una risa—. ¿Por qué tendrían que hablarme "mierda" de ti? —Mierda—. Te volveré a preguntar, ¿Quién eres?.
Alguna vez has querido teletransportarte al futuro para saber qué decir, qué hacer, pues yo sí, es justamente lo que siento ahora.
Después de tanto tiempo, me encuentro nuevamente entre la separada y la pared, entre el juego del camino hacia la verdad y la mentira.
Y no cometeré el mismo error dos veces.
No, no le mientas.
—Soy un empresario —cuento a medias. Su mirada se suaviza—. Te llevaré hoy mismo a mi empresa para que dejes de tener dudas de mí —hago una pequeña pausa—. Espero que estés lista en una hora, si no tienes más dudas, más desconfianza, entonces puedes dejarme solo —pido con un tono frío.
—Yo... —suelta un suspiro y se queda callada—. Perdón —es lo último que dice antes de irse de mi oficina.
Cuando ella sale, entra Wesley, con una cara que me indica que nada está bien, y que no hay buenas noticias para mí.
—Habla —le pido.
—Esta vez diré la buena para suavizar la mala —se sienta frente a mí—. Tenemos un gran negocio en Brasil, señor, hay varios puntos de drogas y narcotraficantes que necesitan de nuestros servicios, además de que podríamos encontrarnos con Donato. Su amigo Jake también estará allá con usted, señor. Lo más probable es que saquen una mina de oro de Brazil.
Vaya, vaya.
—Mmm... Brazil, ¿Y cuándo será? —le pregunto con intriga, mientras tomo un cigarrillo.
—Será dentro de un mes, tiene mucho tiempo para abarcar todo lo que pueda allá, señor —asiento con una sonrisa hacia su idea.
—¿Cuál es la mala noticia? —le pregunto. Después de esta noticia, no creo que ninguna me haga daño durante mucho tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Embarazada de un mafioso ©
Romance--Los bebés merecen morir, ¿Para qué quieres tener a alguien dependiendo de ti siempre... llorando, gritando, haciendo caprichos...? -pregunta como si le estuviese hablando de una locura-. No vamos a tener hijos --sentencia con firmeza. --¿Y qué si...