Promesas [Maratón 2/2]

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🥀Dedicado a todos los que siempre votan, mil gracias por apoyar y leer mi novela, mis amores, las amooo👾

Capítulo veinticuatro.

Isabel Harrison.

--Anoche se fue, Valentina —suelto un bufido—. Y no lo he visto hoy —una risa agria sale de mi boca—. Y te aseguro que después va a regresar y va a fingir que nada pasó.

--Es realmente raro, Ethan... Creí... Bueno, él dijo... Quizás solo tenía que hacer algo —abre la puerta para mí.

--Gracias —le agradezco con una sonrisa a medias—. Realmente no lo creo, Valentina, no creo que vaya a ver a algunos socios en la madrugada —mi mejor amiga suelta un suspiro.

--¿Qué harás? —me pregunta, mientras saca su tablet de la mochila, y me pasa mi computadora.

--Realmente no lo sé —estrujo mi cara, haciendo que mis ojos se vean chistosos, a lo que mi mejor amiga suelta una pequeña risa—. Ni siquiera le pude decir que vaya a quitar a Jake de en frente de tu puerta —se queda callada, mientras desvía su mirada hacia cualquier otro lado que no sea mi cara—. ¿Volvieron?.

Qué pregunta la mía, obvio que volvió, no esperaba otra cosa.

Después de quedarse callada algunos segundos, habla, cabizbaja—. Anoche me dijo que me amaba.

Esas palabras bastaron para que mi cara se desencajara.

Estaba hablando de Jake Wilson, el castaño tóxico, que atraía a mujeres como el polen a las abejas, que no quería a nadie más que a él mismo, y que no tenía relación con nadie, y si la tenía, corría con la poca suerte de Valentina.

Nadie lo enganchaba a tal manera de ser cursi o romántico. Sexo, pasión y lujuria era lo único que buscaba, incluso en la relación que tenía con Valentina.

Pero por alguna razón, cada vez que ella se aleja, él no lo acepta, y se niega de mala manera, con violencia y poca razón mental, aunque era de esperarse, estamos hablando de Jake, él es peor que el Covid-19.

Y al comienzo solía no juzgarlo, pero realmente se me hizo imposible con el tiempo, con las veces que mi mejor amiga llegaba corriendo a mi casa, y yo cerraba la puerta apresuradamente para curar las heridas de los golpes que él les propinaba.

Es muy difícil no odiar a alguien que le hace daño a una persona que amas con el alma.

--Estás bromeando —suelto una risa—. ¿Estás bromeando? ¿No? —pregunto incrédula, se queda callada, observándome con una mirada seria—. ¡Oh por Dios! —digo con sorpresa—. ¿Pero qué le pasa a ese chico?.

--Fue exactamente lo que me pregunté. Al igual que tú me quedé perpleja cuando me dijo que se dio cuenta muy tarde de que había comenzado a amarme —le dedico una mirada confusa.

--¿Y quieres creer eso?, si es así, mejor paremos el tema aquí, ya me conoces, detesto a Jake —le advierto.

--No lo quiero creer, pero... De alguna manera, no quiero que eso cambie, es como si... No me gusta que me persiga, pero no me siento bien cuando deja de hacerlo —me explica con timidez.

--Es como cuando alguien se enamora de ti, y tú no quieres a esa persona, pero cuando ya no está enamorado de ti, sientes un sentimiento de pérdida —asiente ante mis palabras.

Baja la cabeza, su mirada fija en la mesa—. Es algo así lo que siento y —la interrumpo.

--Sientes que no está bien sentir eso después de todo lo que te ha hecho —concluyo por ella.

Embarazada de un mafioso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora