𝐓𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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⚠️​𝔸𝔻𝕍𝔼ℝ𝕋𝔼ℕℂ𝕀𝔸: 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕖𝕟𝕚𝕕𝕠 +𝟙𝟠, 𝕖𝕤𝕔𝕖𝕟𝕒 𝕕𝕖 𝕤𝕖𝕩𝕠⚠️

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CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
ETHAN SPENCER

—Yo no puedo hacer nada, ¿Qué quieres? ¿Que deje la empresa sola, solo porque contratamos a unos novatos estúpidos? —susurro enojado.

—Quiero que vengas y hagas el trabajo tú mismo —ordena con un tono firme.

—Donato, solo es droga, ¿No tienes más hombres que puedan hacer eso? —pregunto enojado.

—No, quiero que lo hagas tú, ¡Últimamente no me sirves para nada! —reclama enojado.

Me sorprendo con indignación ante sus palabras—. ¿No hago nada?, y dime, Donato, ¿Quién es que se preocupa por mantener la empresa, que está siendo nuestra lavadora, en la cima para que nadie sospeche?.

—Oh, es verdad, Ethan —hace una pequeña pausa—. Casi se me olvidaba cuánto haces por la empresa, quizás fue porque... —se queda callado algunos segundos como si estuviese pensando—. Quizás fue porque lo único que recuerdo es todo el dinero que tienes que pagarle a decenas de ex empleadas para que se queden bien calladas después de ser tu amante, sí, porque haces tanto por la empresa, pero tanto que te preocupas porque el ochenta por ciento de mujeres en esta, sean tu amante.

—No cuentan las de una noche —me justifico.

—La repites cuando se te da la gana —suelta un suspiro—. Quiero que estés aquí el viernes a más tardar.

—No puedo ir a Brasil, ¿Qué hago con Isabel y con Michael?, al niño le van a hacer una fiesta de cumpleaños el sábado —trato de explicarle, pero me interrumpe.

—¡Invéntate algo o tráelos contigo! ¡Pero quiero que estés aquí ya! —me vuelve a ordenar antes de colgar.

Frustrado salgo del baño, aventando la puerta detrás de mí.

—¿Enojado? —pregunta en un tono sensual.

Sonrío, mientras empiezo a quitar mi corbata—. Estaba, pero supongo que me ves a poner feliz, ¿No?.

Asiente, mientras muerde su labio lentamente. Y yo me acerco a ella como un animal.

La siento en mi escritorio, y empiezo a quitar su ropa desesperadamente, mientras muerdo sus labios en medio de un profundo y lujurioso beso.

Rápidamente dejo sus senos al aire libre, y no dudo en chaparlos y restregarlos en mi cara como se me venga en gana.

Son tan deliciosos.

Embarazada de un mafioso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora