Capítulo trece.
Isabel Harrison.
--Aunque no me guste, reconozco ese tono perfectamente —suspiro, y estrujo mi cara con cansancio y tristeza—. ¿Qué te hizo, Jake? —le pregunto sin rodeos.
--No hizo nada que no haya hecho antes —responde con una voz fría—. Iré a buscarte, espero que ya hayas terminado, sabes que quedamos en que terminaríamos temprano, sabes que esos análisis son urgentes —me recuerda, logrando traer algunos pensamientos que me dejan muy confundida y perturbada.
--¿Y si...? —dejo la frase a mitad—. Tengo tanto miedo —confieso.
--Lo sé, pero debemos salir de las dudas —suspira—. Te esperaré afuera —me avisa a modo de despedida.
--¿Estás bien? —no puedo evitar preguntar nuevamente.
--Sabes como son las cosas, no hay nada diferente —responde de manera cortante, pero en su tono de voz, puedo percibir que no está nada bien.
--No estás bien, Vale... Es mejor que dejemos esto para otro día, y hablemos sobre lo que te sucede —propongo con preocupación.
--¿Estás loca?, esperaste toda una semana para que una doctora un poco alejada de la ciudad te cediera una cita, y ahora piensas cancelarla por algo insignificante —bufa enojada.
--Tú no eres insignificante, Valentina, yo te amo, eres mi mejor amiga, no puedo simplemente fingir cuando sé que no estás bien... Me preocupas. Oh, pero ese idiota de Jake, lo voy a asesinar con mis propias manos —murmullo con enojo, mientras hago mis manos puños.
--¿Podemos hablar cuando vayamos camino al hospital? —pregunta con un tono pasivo, sin siquiera defender a Jake de mis amenazas—. Yo... No me siento bien en este momento.
--Claro.. Yo estaré esperándote aquí, cuídate —le pido, y después de un sonido de aprobación, la llamada se acaba.
Después de que aquella llamada terminara, maldecí alguna veces más a Jake.
Siempre era lo mismo, y lamentablemente no estaba entre mis manos, no podía hacer nada, si quiera.
Aquello dependía de mi mejor amiga.
Así que no me quedaba nada más que escucharla y consolarla, mientras mis consejos son ignorados.
No la juzgo. Entiendo dónde está metida. En un bucle sin fin.
Decidí no pensar más en eso hasta que hablara con Valentina. Así que empecé a organizar todas mis cosas, para estar lista cuando ella llegara.
En el transcurso, empecé a pensar en todas las posibilidades, en lo que iba a pasar según el resultado que arrojen aquellos análisis.
También pensé en qué sucedería con Ethan y conmigo, si en realidad, se tratase de algún cáncer o enfermedad grave.
Pero también estaba aquella pequeña parte de mí que se desarrolla cada vez que pasan los años, aquella parte que anhela tener una familia, ser madre, sentir la sensación de que algo crece dentro de mí, de que puedo dar vida... Aquella parte de mí, desde lo más profundo, se alegraba de que existiera la posibilidad de un embarazo.
Y no podía evitar pensar en qué pasaría si se tratara de una criatura que, sin darnos cuenta, ya es parte de nosotros... No podía dejar de pensar en cuál sería la reacción de Ethan, ¿Lo amaría y aceptaría desde un principio? ¿O lo rechazaría y trataría deshacerse de él?.
Realmente no sé la repuesta de ninguno de mis pensamientos, pero sin dudas, yo aceptaría lo que sea que se viniera para mí.
El suave toque de una mano en mi hombro, logra sacarme de mis pensamientos. Me volteo y veo a uno de mis jefes parado detrás de mí, tocando mi hombro de manera amigable, sin embargo, con una sonrisa de tristeza.
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Embarazada de un mafioso ©
Romance--Los bebés merecen morir, ¿Para qué quieres tener a alguien dependiendo de ti siempre... llorando, gritando, haciendo caprichos...? -pregunta como si le estuviese hablando de una locura-. No vamos a tener hijos --sentencia con firmeza. --¿Y qué si...