Capítulo 23 "Flores en la luna"

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El Mungo Mágico había estado hambriento de cualquier información respecto a la recién formada familia Potter-Malfoy, aunque no hubiese vínculo legal entre ambos padres. Para la comunidad mágica, la unión entre ellos era más legítima que cualquier matrimonio vinculante: era una unión de núcleos mágicos compatibles. La más fuerte unión existente.

Pese a sus mejores intentos por mantener su vida privada y no dar declaraciones, sobre todo, por esconder los percances y dificultades por las que habían transitado después del nacimiento de Calantha, no hubo como evitar las suposiciones que llenaron las portadas de tantos periódicos como fue posible.

Harry estaba cansado de las estrafalarias historias que se inventaban los periodistas, a falta de tener alguna información real, así que consultó con Draco la posibilidad de darle una entrevista exclusiva al Quisquilloso. Después de repasar lo que dirían con los Malfoy y sus abogados, ambos padres llamaron a Luna para que realizara la entrevista en el confort de Grimmauld Place.

La primicia salió el lunes, temprano en la mañana, acompañada de una foto exclusiva de Draco y Harry sentados en los columpios, con Harry cargando a su hija en brazos y Draco pasando un brazo por encima de su hombro. Ambos miraban a la pequeña con tanto amor que era indescriptible, para luego mirarse mutuamente y Draco dejar un beso en la frente de Harry, encima de la cicatriz.

Solo porque podían, Harry le pidió a Draco que el brazo que rodeaba su hombro estuviese descubierto y mostrase la Marca Tenebrosa. Si iban a seguir hablando estupideces de ellos, bien podía alimentar sus ansias con provocaciones planeadas. Draco quiso protestar, pero Harry se veía tan motivado que no pudo negarle esa diversión, aunque no escuchó el fin de ello con su madre gritando a través de la chimenea.

Para el viernes todos los periódicos y canales de radio les habían enviado un sinfín de peticiones de entrevistas, presentaciones en programas e incluso sugerían redactar un libro biográfico contando su historia. Draco se rio de aquello. Si alguna vez compartía su historia al mundo, sería escrito por su puño y letra, no por segundos que transformarían sus palabras a su gusto y se atribuirían créditos que no tenían.

Cansados de la situación, ambos padres consideraron que era hora de encarar el mundo, y qué mejor forma que aceptando la invitación de Luna al festival de circo que se estaba realizando esa semana en el corazón del Londres mágico.

Luna, como madrina de Calantha, se designó a sí misma la guía por excelencia. Lo que significaba que Draco tuvo que ir antes por su cuenta y revisar todo lo que la feria exhibía, para realizar su propio cronograma que seguirían de forma discreta. Ambos le tenían gran afecto a Luna, y no habían dudado en hacerla madrina de su hija, pero no confiaban en su percepción de peligro y lo apropiado para dejarla tomar las riendas sola.

Por supuesto, tampoco podrían confiar en el padrino de Calantha. Si Luna Lovegood era un peligro a tener en cuenta, George Weasley era el apocalipsis personificado. ¿Qué estaban pensando Harry y Draco cuando los hicieron padrinos de su hija? Ahora, de pie delante de la entrada de la feria; con George girando en sus manos algunos botones broma y Luna hablando ilusoriamente sobre algunas atracciones nada apropiadas para una bebé de menos de un año; ellos no lo recordaban.

—¿Empezaremos por el área de explosiones? —preguntó George emocionado, ganándose una mirada aterrada de Harry y otra de reprimenda por parte de Hermione, quien iba de la mano de Ron.

—Creo que Calantha estará mejor si empezamos por la Casa de las ilusiones —sugirió Hermione, quien había sido informada del cronograma de Draco y estaba de acuerdo con seguirlo—. Si se asusta y empieza a llorar desde el inicio, tendremos que irnos —añadió como explicación, obteniendo un asentimiento general.

Siempre a ti (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora