San Mungo se había convertido en el epicentro de deseo de todos los periodistas mágicos durante los tres días que Harry, Draco y su hija pasaron allí. Los detalles el parto por cesárea y los futuros planes de los prometidos padres eran la fruta más jugosa que cualquier reportero podía desear y todos estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta para obtenerlo.La situación se salió de control a tal punto que el Ministerio de Magia tuvo que emitir un comunicado, amenazando con encarcelar por una semana a todos los periodistas que fueran encontrados en las cercanías o el interior de San Mungo sin causa real. De todas formas, el jefe de Harry ordenó a un grupo de aurores hacer guardia constante en el ala del hospital donde él se encontraba.
Decir que Harry estaba abrumado era decir poco, así que para Draco no fue sorpresa que lo primero que Harry hiciera cuando regresaron a la Mansión Malfoy fuera encerrarse en su habitación y dejar a todos afuera, gritando a todo pulmón que quería estar solo y no deseaba ser molestado. Draco hubiese preferido estar con él y abrazarlo, pero ahora tenía que velar también por su hija y se negaba a hacer lo que todas las familias ricas, que dejaban el cuidado del niño a los elfos domésticos.
—Espero que te guste la habitación, mi dragón —comentó Narcissa, abriendo la puerta del cuarto de la bebé para que Draco pasara con ella en brazos—. La adornamos tu padre y yo, siguiendo los apuntes que Harry y tú tenían y usando los regalos del babyshower.
Draco se sintió levitar por un instante cuando se vio dentro de la habitación de su hija. Las paredes eran de un blanco hueso que era suave para la vista, tenía cortinas en tonos crema y gris y una alfombra grisácea azulada por todo el suelo. Las esferas de la Señora Weasley flotaban expectantes en el techo, Howgarts se alzaba imponente frente a la cuna, los walkie talkies estaban en la mesita de al lado, junto con la planta de Neville, y la manta verde colgaba de una de las barandas de la cuna.
El techo cambiaba con un hechizo para simular el cielo real y la amplia cuna llena de almohaditas esperaba paciente por su ocupante. Al fondo había un armario infinito que guardaba una amplia colección de ropas distintas, que Draco dudaba que llegaran a usar en su totalidad ni siquiera cambiando a Calantha más de tres veces por día, y la escoba de Oliver Wood sobrevolaba la habitación suavemente.
Draco notó cómo no había nada enteramente rojo o verde, a excepción de la manta bordada por Narcissa, de forma que ninguno de los padres se enojase por la prevalencia de una u otra casa. Era una consideración inmensa si tomaba en cuenta que la decoración la habían hecho sus padres y estaban en la Mansión Malfoy. Draco sonrió.
—Es perfecto, madre. Te lo agradezco.
—Nada que agradecer, mi dragón. Es nuestra nieta y la amamos.
Narcissa se mantuvo al lado de Draco mientras este colocaba a Calantha en la cuna, arropándola apropiadamente y rehaciendo los hechizos de calefacción que no permitían que el frío del invierno se filtrase dentro. Habiendo dejado los hechizos de seguridad necesarios activados y tomando un walkie talkie consigo, por si las esferas no eran del todo rápidas en encontrarlo, madre e hijo salieron de la habitación y dejaron a la pequeña durmiendo.
—Deberías descansar tú también, Draco. Debes de estar casi tan agotado como Harry —sugirió Narcissa, notando las visibles ojeras oscuras que yacían debajo de los ojos cansados de su hijo.
—Dormiré en mi habitación de infancia. Harry estaba muy irritado y no quiero perturbar su descanso —informó Draco, accediendo a la petición de su madre.
—Los elfos se encargarán de todos los cuidados y si mi nieta llora, puedo hacerme cargo yo —aseguró Narcissa, caminando al lado de Draco hacia la habitación.
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Siempre a ti (Drarry)
Fiksi PenggemarDespués de una vida de enfrentamientos y disgustos mutuos, el tiempo posterior a la guerra trajo a la superficie sentimientos no resueltos que tanto Harry como Draco negaban. De esa unión, para ambos casi insuficiente y traicionera, surgió un result...