Capítulo 6 "Cerrando ciclos"

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El viento corría como una brisa fresca, lo suficientemente intensa para despeinar cualquier cabello sin importar las horas que su portador hubiese pasado arreglándolo, pero no tanto así para que fuera molesto. Parecía una película antigua, de esas de romance barato a las que Draco nunca les encontró sentido. Al menos, no antes de Harry.

¿Por qué había accedido a encontrarse con ella en un café muggle? Porque Draco quería poder dejar todo atrás finalmente y prefería hacerlo lejos de las influencias de sus familias. ¿Por qué Astoria le había pedido que se encontraran en un café muggle? Eso sí escapaba de la comprensión de Draco.

El familiar olor de su perfume llegó a él mucho antes de alcanzar a verla, pero Draco mantuvo la compostura y escondió detrás de una cuidadosa máscara de neutral indiferencia cualquier reacción posible. Apenas Astoria apareció a su lado, Draco se puso de pie en un saludo cortés. Su educación había sido intensa y estaba grabada en su mente a fuego vivo.

—Gracias por reunirte conmigo, no sabía si aceptarías —comentó Astoria con una sonrisa practicada, guardando silencio cuando la mesera se acercó para preguntar por sus pedidos.

—No insultaré tu inteligencia diciendo que me sorprendió la petición, pero admito no haber esperado que eligieras esta ubicación —repuso Draco con un tono impasible, viendo a la mesera retirarse con el pedido de sus cafés para ser preparado.

—Imaginé que en el Mundo Muggle era menos probable que nos molestaran —defendió Astoria, observando atenta a Draco.

Lo sabía, podía sentir su mirada escrutiñadora, intentando revelar cualquier secreto que no haya sido mostrado ante los medios. Durante la infancia de casi todas las familias sangres puras, ignorando a los Weasley, los niños eran educados bajo una doctrina simple: “Todos son tus enemigos, y has de conocerlos mejor que a ti mismo”.

Draco había sido inusualmente desaventajado en esa enseñanza durante mucho tiempo, siempre crédulo de aquellos a su alrededor que pretendían alabarlo, y entonces el Señor Oscuro entró en su hogar, en su familia, en su vida. El nivel de paranoia en Draco creció hasta aislarse totalmente. No había hablado con quienes creía sus amigos desde la guerra. No iba a hacerlo.

—¿Para qué me has llamado aquí, Astoria? —preguntó finalmente, no deseando posponer la situación más de lo debido.

Kreacher estaba en casa cuidando a Harry, pero Draco se sentía intranquilo cuando estaba lejos de él desde la amenaza de aborto de una semana atrás. No había presentado más complicaciones, era cierto, y Draco genuinamente deseaba que eso fuera suficiente para contener sus miedos. No lo era.

—Porque creo que merezco una explicación, ¿no te parece? —respondió Astoria, incapaz de contener el tono reprobatorio en sus palabras—. ¿Cuánto tiempo, Draco? ¿Cuánto tiempo estuviste engañándome con Potter?

—Poco más de un año —admitió Draco con sinceridad y, por descarado que pareciera, sin vergüenza o arrepentimiento. Astoria rio con incredulidad.

—Poco más de un año —repitió ella por lo bajo, una sonrisa amargada destacando en sus labios rojos—. ¿Por qué? ¿Qué podría posiblemente tener Harry Potter que no tuviera yo?

—Está embarazado con mi hijo, Astoria —expuso Draco, mirándola con una intensidad gélida mientras la ira bullía debajo de ella.

—Antes de eso, antes de que me dejaras por haberlo embarazado…

—Está embarazado con mi hijo —interrumpió Draco, esta vez con mayor énfasis y un desinterés inhumano—. A diferencia de gran parte del Mundo Mágico, que se ha mezclado tanto con muggles y mestizos que los conocimientos sobre su propia gente se han ido diluyendo en el tiempo; tú, yo y cualquier sangre pura de una de las grandes familias sabemos lo que eso significa.

Siempre a ti (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora