Capítulo 1 "Algo es diferente"

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Electricidad. Parecería absurdo, pero fue una sensación eléctrica lo que despertó a Harry esa mañana. Estaba en su cama, las sábanas olvidadas en el suelo y su cuerpo enredado en el frío placentero de otro cuerpo. Ese contraste entre su piel y la suya propia siempre lograban calmarlo, era casi como una manta que lo arropaba para mantenerlo atado a la cama. Sin embargo, esa mañana no fue suficiente.

Con cuidado, Harry desenredó sus extremidades y se alejó de quien todavía yacía dormido a su lado, alejándose de la cama. Sus músculos reprochaban el exceso de la noche anterior con cada movimiento y la imagen que el espejo de pie en una esquina de la habitación le mostró parecía gritarle todo tipo de coloridos adjetivos referentes a las marcas que cubrían su piel. Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Tomando sin cuidado un par de pantalones de chándal para andar en casa, Harry salió de la habitación en silencio, dedicando apenas unos segundos a mirar como despedida temporal la despeinada cabellera plateada que brillaba entre el rojo de sus sábanas. Una risita queda resonó en su pecho mientras cerraba la puerta, recordando las quejas de Draco cada noche que se quedaba a dormir respecto al despreciable color Gryffindor.

Un clima primaveral asfixiaba al mundo más allá de su ventana y, luego de unos segundos de complacida observación, Harry se concentró más en entrar a su cocina para preparar el desayuno. No es que hiciera mucho por su cuenta, solía apenas desayunar café cuando estaba solo; pero Draco daría una verborrea insufrible por eso, así que cada que el rubio se quedaba y Harry despertaba primero, se encargaba de preparar algo, por sencillo que fuera.

El olor a café inundó la pequeña cocina muggle de la casa que Harry había comprado poco después de graduarse de Howgarts; sabía que podía volver a Grimmauld Place, pero le gustaba la idea de tener algo propio fuera del Mundo Mágico. Él único que parecía no comprenderlo era Draco, aunque admitiera lo práctico de la residencia para mantener su situación conjunta en secreto. 

Harry era honesto respecto a no saber en qué tipo de relación se encontraban él y Malfoy. Ni siquiera sabía cómo habían llegado allí. Después de la guerra y los juicios, Harry regresó a Howgarts para terminar su último año junto con muchos de sus compañeros y amigos, inició una relación con Ginny de la que todos estaban felices e intentó llevar una vida normal. Al parecer eso se le daba terriblemente mal.

Apenas en su segundo año estudiando para ser auror ya tenía ganas de revivir a Voldemort con tal de poder salir de la asfixiante vida que llevaba, donde todos lo trataban de héroe y todo era perfecto. ¡Que se joda la perfección! Sin darse cuenta, empezó a buscar motivos para discutir con Ginny y a alejarse de sus profesores que parecían no reprocharle nada al Salvador del Mundo Mágico. Era despreciable.

Así fue cómo se encontró con Malfoy. Había estado huyendo de todos durante un mes, cerrando cualquier trato hasta con Ron y Hermione, faltando a sus clases y entrenamientos, refugiándose en el mundo muggle. De todas las personas que Harry pensó que podían encontrarlo, Draco Malfoy no fue una de ellas, pero ese día se vio cara a cara con el antiguo Slytherin frente a la puerta de un bar donde Harry ahogaba sus penas por la excelente vida que llevaba. Era ridículo.

—Malfoy, ¿mezclándote con la plebe? —cuestionó Harry, dándose cuenta de que el habito lo había llevado a adoptar una actitud defensiva, pero que sus palabras no tenían ni la mitad de irritación que solía bañar sus conversaciones con Malfoy.

—Más bien haciendo servicio a la Comunidad Mágica —respondió Malfoy sin malicia, aunque preservó el mismo tono altanero de antaño.

—No te pensaba un noble defensor de las causas perdidas —Harry llevó el vaso con alcohol a sus labios y dio un largo trago, sabiendo que no estaba ni cerca del estado de embriaguez necesario para aquella conversación.

Siempre a ti (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora