FLEMING

19

"A dance between inner darkness and incandescent determination, where the tragedy of the past becomes the epiphany of tomorrow."

El aire fresco y tranquilo de la tarde me rodeaba mientras caminaba por el pasillo que conducía a mi nuevo hogar en Washington. La sensación de estar en un lugar desconocido se mezclaba con la anticipación de comenzar este nuevo capítulo de mi vida. Cada paso resonaba en el silencio del pasillo, creando un ritmo acompasado con los latidos de mi corazón.

Finalmente, llegué a la puerta de mi departamento. Mi mano tembló ligeramente cuando saqué la llave y la introduje en la cerradura. El clic suave que siguió fue como el umbral que se abría hacia lo desconocido. Empujé la puerta y entré, dejando que mis ojos recorrieran el espacio.

El vestíbulo era amplio y luminoso, con una paleta de colores suaves que creaban una sensación de calma. Un espejo elegante colgaba en la pared, reflejando mi imagen en ese momento de cambio. Las paredes parecían acogerme en su abrazo silencioso, y me sentí momentáneamente envuelta en la promesa de un nuevo comienzo.

Avancé hacia el salón, donde la luz dorada del atardecer se filtraba a través de los ventanales. Los rayos del sol pintaban patrones de luz y sombra en el suelo de madera pulida. El mobiliario moderno y elegante parecía haber sido cuidadosamente seleccionado para crear un ambiente de sofisticación y comodidad. Sin embargo, a pesar de la belleza del lugar, mi mente estaba lejos de enfocarse en la decoración.

Cada rincón del departamento parecía impregnado con una extraña sensación de vacío. Sabía que no era el espacio físico el que me causaba esta melancolía, sino los pensamientos y las emociones que cargaba conmigo.

El suave roce del cuero fresco del sofá acarició mi piel cuando me dejé caer en él con un suspiro fatigado. Mis ojos se deslizaron por la habitación, absorbieron cada detalle del espacio que sería mi refugio en esta nueva etapa. La elegancia moderna del lugar contrastaba con la tormenta emocional que rugía dentro de mí.

Mis dedos buscaron instintivamente el borde del cojín, jugando con el fino hilado que lo adornaba. A pesar del lujo que me rodeaba, sentía un vacío en el fondo de mi ser, como si algo esencial hubiera quedado atrás. Mi mirada finalmente se dirigió hacia el inmenso ventanal que se abría ante mí.

A través del cristal, el horizonte se extendía en una paleta de colores cálidos y serenos. El sol poniente teñía el cielo de tonos dorados y naranjas, como si pintara una promesa de paz y renovación. Pero incluso en la belleza de ese atardecer, mis pensamientos eran como hojas en el viento, revoloteando y chocando unos contra otros sin encontrar un lugar donde posarse.

El pasado que había dejado atrás en Oregón emergió de las profundidades de mi mente con una intensidad abrumadora. Las imágenes de brutalidad y dolor parecían acecharme incluso en este lugar distante. La distancia geográfica no había logrado borrar las cicatrices emocionales que cargaba, y sentí como si llevara una mochila llena de recuerdos y secretos en cada paso que daba.

Mis pensamientos se entrelazaron con el crepúsculo que se desplegaba afuera, creando un paisaje interno igualmente tumultuoso. Cerré los ojos por un momento, buscando algún tipo de escape de la marea de pensamientos y emociones.

El zumbido suave del aire acondicionado se mezcló con el susurro del viento en el exterior. Me esforcé por encontrar un punto de calma en medio de la tormenta emocional. Sabía que este sería un camino difícil, que tendría que enfrentar tanto los demonios internos como los desafíos externos que se avecinaban.

El eco de su nombre salió de mis labios como un suspiro, apenas más que un murmullo en el aire tenso de la habitación. "Aemon..." El simple acto de pronunciar su nombre parecía evocar su presencia, como si las letras que lo componían pudieran convocar su imagen a la realidad. Pero era solo una ilusión dolorosa.