FLEMING

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"In the mansion of darkness and elegance, a masquerade unfolds where secrets reveal their dance, reminding us that, in this world of lights and shadows, the truth is hidden behind the veil of appearance."

Entrar en la imponente casa de los Bertinelli fue como adentrarse en un mundo completamente diferente. La residencia, situada en el corazón de la provincia de Catania, parecía más un castillo italiano que una casa común. Las puertas dobles de madera maciza, ornamentadas con intrincados detalles tallados a mano, se abrieron majestuosamente ante mí, como si estuvieran revelando un reino de secretos y peligros.

La atmósfera que me envolvió al cruzar el umbral era cargada de solemnidad y una antigua elegancia. Los techos altos y decorativos, profusamente adornados con frescos que representaban escenas mitológicas y retratos de figuras históricas, parecían tocar el cielo. La luz tenue que se filtraba a través de las enormes ventanas con cortinas de seda dorada pintaba destellos sobre el mármol del suelo. Cada paso que daba resonaba en el silencio como un eco de la historia que impregnaba cada rincón de la casa.

En el salón principal, se llevaba a cabo una elegante reunión. Hombres y mujeres, vestidos con trajes de diseñador y vestidos lujosos, se mezclaban en un baile de conversaciones susurradas. Las risas y los murmullos se mezclaban con el sonido de las copas de vino y champagne que chocaban en un brindis constante. El aire estaba impregnado de una sofisticación que hablaba de una sociedad secreta y selecta.

No pasé desapercibida al ingresar. Todas las miradas se posaron en mí cuando crucé el umbral. Sabía que debía causar una impresión duradera, que mi presencia allí no pasaba desapercibida. Mi vestimenta impecable, el porte elegante y la mirada segura comunicaban mi determinación y la seriedad de mi propósito. Era como si estuviera ingresando a un mundo que se movía al ritmo de sus propias reglas, donde cada gesto y palabra eran examinados minuciosamente.

Mi corazón latía con la mezcla de emoción y cautela, consciente de que cada movimiento que hiciera podría tener un impacto profundo en el destino de esta misión arriesgada. Las joyas que llevaba centelleaban discretamente a la luz de las lámparas de araña, añadiendo un toque de misterio y elegancia a mi presencia. Con cada paso, me adentraba más en un laberinto de intrigas y secretos que amenazaban con desvelarse en cualquier momento, pero yo estaba decidida a desentrañarlos y cumplir mi propósito, sin importar los riesgos que acechaban en cada rincón de aquella casa imponente.

En ese mar de rostros desconocidos, cada detalle de la figura de Massimo Bertinelli resaltaba con una elegancia arrolladora. Su presencia impecablemente vestida se destacaba entre la multitud como un faro de elegancia en medio de la reunión. El traje oscuro, confeccionado a la medida, abrazaba su figura con precisión, realzando sus rasgos distintivos de hombre de poder. Cada pliegue y costura de su atuendo parecía haber sido diseñado meticulosamente para enfatizar su porte impecable. El material de su traje tenía un brillo sutil, añadiendo un toque de sofisticación, y su corbata de seda negra complementaba la elegancia del conjunto.

Su cabello oscuro, cuidadosamente peinado hacia atrás, no tenía ni un solo mechón fuera de lugar, y sus lentes de diseñador otorgaban a su mirada una profundidad que ocultaba más de lo que revelaba. Cada gesto suyo, desde el ajuste preciso de su chaqueta hasta la manera en que sostenía una copa de vino, emanaba un refinamiento que solo los verdaderos magnates podían poseer.

Cuando se encontró a pocos pasos de mí, su sonrisa socarrona, ligeramente irónica, iluminó su rostro, y su mirada profunda se posó en mí como un rayo de luz en medio de la oscuridad.

—Señorita Lamarque, es un grato placer verdaderamente que nos honre con su presencia —, expresó Massimo con una voz que tenía un toque de formalidad y un misterio sutil.