16

79 16 0
                                    


"This isn't the end, nor is it even the beginning of the end, this is possibly only the end of the beginning."


El ambiente estaba impregnado con un siniestro perfume de conspiración y traición mientras me encaminaba con determinación hacia la ubicación secreta de la reunión. Mi atuendo oscuro y elegante se fundía perfectamente con la oscuridad de la noche, convirtiéndose en una especie de armadura que ocultaba mis auténticas intenciones. Los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos, creando una sinfonía de adrenalina y resolución. El momento de ponerle fin a todo esto había llegado.

La localización era una mansión sombría y lúgubre, hábilmente oculta de las miradas indiscretas de la ley. Avancé con pasos seguros, cada uno resonando en el silencio tenso que saturaba el ambiente. Los pasillos estaban iluminados por una luz tenue, y a medida que avanzaba, sentía la mirada escrutadora de los guardias sobre mí. El trayecto hacia la sala de reuniones parecía interminable, pero finalmente llegué a mi destino.

La sala estaba repleta de figuras importantes dentro de la organización, todos ellos portando miradas calculadoras y rostros enmascarados por la sombra. Tomé asiento en una silla, enfrentando a Constantine, quien se encontraba en el extremo de la mesa. Su mirada penetrante se clavó en mí, como si tuviera el poder de traspasar las capas de engaño que me rodeaban. Pero yo estaba lista, había ensayado meticulosamente cada palabra y movimiento.

La tensión en el aire era palpable, como una tormenta eléctrica lista para desencadenarse. Sabía que esta confrontación podría llevarme al filo de la navaja, pero no había vuelta atrás. Mis labios se curvaron en una leve sonrisa, un gesto que reflejaba la férrea resolución que ardía en mi interior. 

La voz de Constantine resonó en la habitación, profunda y llena de autoridad, llenando el espacio con una densidad palpable.— La INTERPOL ha estado acechándonos últimamente, pisándonos los talones. Nuestras operaciones han sido comprometidas y nuestros contactos infiltrados han sido expuestos. No podemos permitir que esta amenaza siga creciendo. Debemos neutralizarla antes de que nos asfixie —, declaró, sus palabras llevando consigo una intensa urgencia.

Mi atención se dirigió hacia Aleixander, cuya mirada penetrante parecía escrutar cada rincón de la sala, como si pudiera desentrañar los pensamientos de todos los presentes.

—Constantine, la INTERPOL no debería ser un obstáculo para nosotros. Contamos con los recursos y el poder para enfrentar esta situación —intervino uno de los asistentes, su tono revelando una mezcla de confianza y seguridad.

—Tienes razón —asintió Constantine, concordando con un gesto de cabeza—. Sin embargo, no podemos menospreciar su determinación. Necesitamos garantizar que nuestras operaciones permanezcan en las sombras y que nuestros miembros estén resguardados.

—Tal vez deberíamos considerar eliminar ciertos obstáculos. Sabes a lo que me refiero —intervino otro de los presentes, su voz ligeramente sibilina, insinuando una propuesta más drástica.

—Por supuesto, amigo mío. Esa es una de las opciones que estamos contemplando. No obstante, debemos proceder con cautela y asegurarnos de que no quede rastro alguno —respondió Constantine, dejando entrever la gravedad de la situación y la necesidad de evitar dejar pruebas.

—Y respecto a nuestros tratos con los gobiernos locales, ¿cómo garantizamos que no nos den la espalda cuando más los necesitamos? —planteó otro de los miembros, manifestando una preocupación crucial en la operación de la organización.

La voz de Constantine sonó clara y firme en respuesta a las preocupaciones planteadas— Tenemos aliados en lugares influyentes. Hemos garantizado su lealtad hacia nuestra causa. No hay motivo para inquietarse por ese frente —. Sus palabras buscaban disipar cualquier temor en relación a lo comentado.

FLEMINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora