FLEMING

20

"Within the tapestry of the urban night, verity conceals itself akin to a gem within the crevices of darkness."

El avión surcaba el cielo nocturno, una flecha plateada que se adentraba en la vastedad de la oscuridad salpicada de luces. Las estrellas parecían estar a una distancia inalcanzable, pero las luces de la ciudad emergían como destellos, como estrellas fugaces que se desprendían de su órbita y caían hacia la Tierra.

El zumbido constante de los motores llenaba el espacio, un constante recordatorio de la velocidad y la determinación que nos llevaban hacia nuestro destino. Los asientos eran cómodos, pero mi mente estaba demasiado ocupada con los pensamientos que giraban dentro de mí para encontrar consuelo en la comodidad física.

Observé por la ventana, el resplandor anaranjado y blanco de las luces de la ciudad brillando como joyas en la noche. Nueva York, la ciudad que nunca duerme, un crisol de culturas y oportunidades, pero también un nido de secretos y misterios por desentrañar. No esperaba que mi primera misión como líder llegara tan rápido, ni mucho menos que me llevara a una ciudad tan icónica y repleta de historias entrelazadas.

Las palabras resonaban en mi mente, un eco de la conversación que había tenido con la directora Ballard. La responsabilidad recaía sobre mis hombros ahora, y no era solo un caso más en una larga lista de investigaciones. Era una cacería implacable, una búsqueda de la verdad en las sombras más oscuras de la criminalidad. Era una oportunidad para demostrar mi valía, para mostrar que la joven recluta podía transformarse en una líder capaz y decidida.

Los recuerdos de mi pasado seguían presentes, como fantasmas que acechaban en las esquinas de mi mente. Pero mi determinación era inquebrantable. Cada cicatriz, cada prueba y tribulación que había enfrentado me habían moldeado en alguien fuerte y resiliente. Había aprendido a usar mi pasado como un trampolín hacia un futuro donde mi potencial no estaba limitado por las sombras que me habían atormentado.

Mis dedos recorrieron los documentos con determinación, estudiando cada detalle, cada pista que podría llevarme a la verdad. La investigación sería ardua y desafiante, pero estaba dispuesta a sumergirme en ella por completo. Me había entrenado para esto, para enfrentar lo desconocido, para enfrentar el mal en todas sus formas.

Dentro del avión, el ambiente era denso con una tensión palpable, como una tormenta eléctrica a punto de estallar. Los cuatro agentes que me acompañaban en esta misión tenían sus propias expectativas y dudas respecto a mi liderazgo. Dos de ellos, con rostros inexpresivos, parecían observar desde una distancia reservada, como si estuvieran esperando pacientemente a que mis supuestas debilidades quedaran al descubierto. Pero era el tercero, el agente más veterano y de semblante adusto, quien decidió manifestar su descontento de manera abierta.

Sus palabras se deslizaron de sus labios con un tinte de desprecio, como una brisa fría que se cuela entre las rendijas de una ventana mal cerrada.

—¿En serio nos liderará ella? —sus palabras llevaban el peso de su escepticismo—. Lleva menos tiempo en la INTERPOL que cualquiera de nosotros.

Su tono era un desafío, una advertencia sutil de que no planeaba ceder su confianza fácilmente. Pero mi determinación estaba tallada en acero y mi autoridad no admitiría ser desafiada. Fijé mis ojos en él, un reflejo de la firmeza que sentía en mi interior.

No dudé en responder. Mi voz, un contrapunto, calmó a su provocación.

—Si tienes un problema con mi elección, házselo saber a la directora Ballard —mi tono era tranquilo pero firme, enmascarando la furia que bullía bajo la superficie—. Yo solo sigo órdenes de mando, y si no te agrada, puedes buscar la puerta de salida.