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"Because to take away a man's freedom of choice, even his freedom to make the wrong choice, is to manipulate him as though he were a puppet and not a person."


Continuaba inmersa en mi doble vida, recopilando información sobre la organización criminal de los Lamarque mientras actuaba como una leal aliada ante Aleixander y Constantine. Cada paso que daba, cada palabra que pronunciaba, tenía que ser calculada y medida, como si caminara sobre un campo minado. Mi papel se había vuelto aún más peligroso y tenso, sabiendo que cualquier error podría costarme no solo su vida, sino también la misión que tanto anhelaba cumplir.

Los días transcurrían en una danza sutil de mentiras y engaños. Me sumergía en el mundo oscuro de los Lamarque, mientras mis pensamientos me llevaban una y otra vez a mi encuentro con la traición. No era una novata en el juego de la manipulación, y estaba dispuesta a arriesgarlo todo para proteger mi secreto y cumplir mi misión.

La antigua mansión se erguía ante mí, un laberinto de sombras y secretos. Mi paso era firme y decidido, cada movimiento calculado para no levantar sospechas. Fue en uno de esos momentos que noté una presencia que me seguía, una mirada que perforaba mi máscara. Volteé para encontrarme con unos ojos que parecían escudriñar mi alma. Era un hombre alto, de mirada aguda y expresión firme. No había visto su rostro antes, pero su postura y su atención hacia mí eran inconfundibles. Una punzada de inquietud recorrió mi columna vertebral, pero no dejé que mi fachada flaqueara. Seguí mi camino, actuando con normalidad, como si no hubiera notado su mirada penetrante.

Sin embargo, sus pasos resonaron detrás de mí, y su voz resonó en el aire.— Hell —, pronunció mi nombre con una firmeza que no podía ignorar. Me detuve, girando para enfrentarlo. Mis ojos oscuros se encontraron con los suyos, y en ese instante, supe que este encuentro era inevitable. No había escapatoria, no había manera de eludir las pruebas que sostenía en sus manos.

Mis labios se curvaron en una sonrisa apenas perceptible.— ¿Puedo ayudarte en algo? —, pregunté con una voz suave, como si estuviera genuinamente intrigada. Él no cayó en mi trampa, no bajó la guardia ni un segundo.— Sé quién eres, Hell. Sé lo que estás haciendo —, declaró con una confianza que me hizo arquear una ceja. 

Mis sentidos estaban alerta, mi mente trabajaba a toda velocidad. ¿Cómo podía manejar esta situación sin desvelar mi verdadera identidad?— Creo que estás confundido —, respondí con una sonrisa más amplia, desviando la mirada por un instante como si estuviera buscando una manera de escapar. Pero él no cayó en mi juego, no se dejó engañar por mi actuación.— Tengo pruebas, Hell. Pruebas de que trabajas para la INTERPOL.

Mis músculos se tensaron ligeramente, pero mantuve mi compostura. Observé los documentos que sostenía, las conexiones que había trazado. Era innegable, había juntado las piezas del rompecabezas y había llegado a la conclusión correcta. Una parte de mí estaba impresionada por su habilidad, pero otra parte sabía que no podía permitir que siguiera vivo.

—No sé a qué te refieres —, murmuré, mi voz carente de emoción, como si realmente no me importara. Pero él no se dejó intimidar, no retrocedió.— Tus mentiras ya no funcionan, Hell. Tengo los detalles de las personas con las que te has reunido, los lugares que has visitado...

Mis ojos se encontraron con los suyos, una batalla silenciosa de voluntades. En ese instante, supe que mi fachada ya no tenía sentido. No había manera de negar la verdad que estaba frente a mí. Respiré profundamente, dejando que el aire llenara mis pulmones antes de hablar nuevamente.— Tienes razón —, admití con una calma desconcertante.— Trabajo para la INTERPOL. Pero necesitas entender que no tengo otra opción.

FLEMINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora