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"A mission devoid of integrity ceases to be a mission."


Caminar por las impecables instalaciones de la INTERPOL en Washington D.C. era como entrar en un mundo completamente nuevo y emocionante. Desde el momento en que crucé la entrada del edificio, pude sentir un aura de intriga y oportunidad a mi alrededor. Los pasillos de mármol blanco se extendían con una sensación de grandiosidad, flanqueados por paredes decoradas con símbolos y escudos que evocaban un sentido de poder y dominio global en la lucha contra el crimen.

Cada paso que daba resonaba en el ambiente, como si mi presencia estuviera marcando mi territorio. A pesar de mi esfuerzo por mantener una expresión serena y confiada, disfrutaba de la atención que recibía de los agentes que pasaban a mi lado, sintiendo que mis pasos eran una melodía cautivadora en medio del ambiente. Las conversaciones murmuradas en los pasillos adyacentes añadían un toque de emoción, como si cada palabra susurrada ocultara oportunidades y estrategias que solo yo podía descifrar. Sentí cómo el pulso de ese lugar se conectaba con el mío, como si estuviera absorbiendo la energía de todos los que habían dejado su marca en esas mismas instalaciones.

Mientras avanzaba, intercambiaba miradas desafiantes aquí, y asentimientos de reconocimiento allá, recordándome que estaba en mi terreno, en un lugar donde cada gesto, cada palabra, tenía un propósito estratégico.

Mi objetivo era explorar cada rincón de aquel laberinto de pasillos y oficinas, como si cada camino y cada estancia fueran jugadas en un juego mental que debía ganar. La magnitud de la misión que se extendía ante mí se reflejaba en mi determinación por conquistar aquel mundo estratégico que era la INTERPOL en Washington D.C. Anhelaba que aquellos pasillos y habitaciones, aunque estimulantes en este momento, algún día se sintieran como parte de mi propia mente retorcida, tan familiares como mis pensamientos más profundos.

Un agente experimentado, su semblante serio y su porte distinguido evidenciando su experiencia en el campo, se convirtió en mi guía a través del recinto. Los pasillos, ordenados y precisos, se sucedían uno tras otro, susurros de conversaciones y ecos de pasos resonando en el aire, recordándome que estaba en constante movimiento en este vasto tablero de estrategias y objetivos ocultos.

Mis sentidos trabajaban en overdrive mientras absorbía y analizaba cada detalle. Cada puerta con su número, cada placa dorada con el nombre de la persona que ocupaba la oficina, todo se grababa en mi mente como piezas de un rompecabezas que estaba ansiosa por resolver.

Finalmente, nuestra travesía nos llevó a una puerta de madera de roble pulido. La placa dorada que ostentaba el nombre "Darren White, Jefe de División" parecía un desafío esperando ser superado. Mi pulso se aceleró ligeramente al contemplar esa puerta, sabiendo que detrás de ella yacía un enfrentamiento estratégico que podría definir mi posición en este nuevo mundo en el que estaba jugando. Mis emociones se mezclaban, una combinación de anticipación y entusiasmo, mientras me preparaba para lo que estaba por venir.

Después de reunir confianza, inhalé profundamente, sintiendo cómo mi mente se expandía antes de exhalar lentamente. Mi corazón latía un poco más rápido de lo normal mientras mi mano se extendía hacia la puerta. Los nudillos hicieron un suave contacto con la madera pulida, y en ese momento sentí como si estuviera tomando el control de todo el juego.

La puerta cedió ante mi toque y se abrió sin hacer el menor ruido. Y allí, en el umbral de la oficina, me encontré con la mirada fría y penetrante de Darren White. A pesar del momento formal y de la seriedad que rodeaba esta conversación, había un destello de complicidad en sus ojos, como si supiera que estábamos compartiendo este momento no solo como superior y subordinada, sino como dos individuos cuyas vidas habían estado entrelazadas de alguna manera desde el principio.

FLEMINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora