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Había desquitado todo el enojo y decepción que llevaba acumulado durante días con Samy.
Ni si quiera me importaba que me hubiera mentido porque eso ya me lo había confesado Félix desde que viajé a Monterrey, aunque claro, habría sido bueno que me lo dijeran y haber decidido yo misma lo que quería hacer. Entendía que tal vez su intención no había sido mala, sin embargo me había dolido escuchar como se refería a mi en ese tema. Suficiente había tenido ya con que.
Osvaldo me hubiera hecho sentir así hace unos años.
Otro tema del que también necesitaba pensar con más calma.
Afuera ya había empezado a llover asi que solo me quedé ahí parada, observando caer las gotas de lluvia mientras pensaba en lo que iba a hacer al respecto.
— Así que es tu hermana.— dice Sebastián, posisionandose a un lado de mi.
Asiento.
—Se que quieres que te explique pero...
Pone su mano en mi mejilla, interrumpiendome.
— No es necesario que lo hagas ahora.— sonríe. Esa sonrisa había sido lo que me había impulsado a confiar en el— Puedo esperar a que todo esté más tranquilo.
—Gracias.— murmuro— Solo dame unos minutos.
Me quedó callada por un momento.
— Armamos todo un escándalo ahí adentro, ¿no?— digo.
— Créeme que después de lo que ya se, hubiera podido ser peor.— responde.
Alzo una ceja.
—Ya te lo dijeron.— digo más como una afirmación. De hecho me hubiera sorprendido más si se quedaban callados.
— Rivers me lo dijo.— dice.
Asiento.
— Solo espero que esto no se vuelva incomodo a partir de ahora.— hablo.
— Es extraño, pero entiendo todo lo que pasó, por eso no te preocupes.
Ambos nos quedamos en silencio mirando hacía el jardín. Me siento lentamente en suelo cruzando mis piernas. El imita mi acción al instante.
—Supongo que mi respuesta se va a atrasar todavía más después de esto, ¿Cierto?.— me pregunta.
Con todo lo que había pasado, olvidé por unos momentos ese otro problema que tenía pendiente. Me había dado cuenta de que en el solo veía un amigo, y no sabía cómo explicarle eso. Y ahora que también estaba conectado con Osvaldo, la cosa se complicaba, no quería que pensara que le decía que no por el.
— Lo siento.— murmuro— había olvidado que cuando te viera te lo diría. Tengo la cabeza en otro lado.
