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Era lunes por la mañana.
Ya estábamos saliendo del departamento de Samy para llegar a tiempo al aeropuerto donde nos alcanzarían Ronny y Alcalde — este último, era encargado de grabar para el documental—.
Llevábamos bastantes maletas pues nos quedaríamos allá dos semanas o incluso un poco más. Cuando llegamos, los chicos ya nos esperaban ahí, no pasó mucho tiempo cuando subimos al avión.
Ayer había hablado con Liam para preguntar si iría a la velada, me había dicho que lo más probable es que si lo hiciera, eso sí, había evitado mencionar mi encuentro con Osvaldo, no quería que pensarán cosas que no eran, en especial Aída, con quién no había hablado desde nuestra pelea antes de venir a Monterrey.
No mentiría que sentía un gran alivio de poder estar lejos de Osvaldo. Sentía que por fin podía hablar sin miedo de revelar quién era. Tal vez estaba exagerando mucho con no querer que sepa quién soy, a lo mejor ya lo sabe y le doy completamente igual.
Estos días, se había pasado por el departamento de Samy una cuántas veces, se había portado bastante amigable conmigo, sin embargo yo prefería ignorarlo cada vez que hacía una pregunta sobre mi.
Al fin habíamos aterrizado. Nuestro vuelo fue eterno, al menos para mí, que nunca habia hecho un vuelo tan largo. Ahora mi nuevo problema era tener que sobrevivir al jet lag.
En lo que esperabamos a quien vendría por nosotros, Samy estaba grabando unas cuantas historias para avisar que ya habíamos llegado.
Me estaba quedando dormida recargada en el hombro de mí hermana. Samy alza la voz llamando nuestra atención.
—Ay, puta madre.— pasa su mano por su cara con frustración— ¿que hizo, ese pendejo?.
Levanto mi cabeza para mirarla.
—¿Que paso?— pregunto intentando mirar la pantalla de su celular.
Samy lo apaga de inmediato cuando se da cuenta de mis movimientos.
—Nada.— se limita a responder.
—¿Segura?.
Ella asiente.
—Okey.— digo no tan segura.
Busco con la mirada a Félix, me tranquilizo cuando el asiente dándome a entender que no había ningún problema.
Luego de un rato ya todos estábamos instalandonos en nuestras habitaciones de hotel. La mía se encontraba a un lado de la de mi hermana.
— No te vayas a quedar dormida. Tenemos que ir a comprar cosas para éstos días.— me advierte Samy. Ambas estábamos en su cuarto.
Ruedo los ojos.
— Ya lo se.— digo divertida— No soy una niña pequeña a la que tengas que cuidar. Se mis responsabilidades.