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𝐙𝐚𝐡𝐢𝐫𝐚.
- Y bien, ¿ya le dijiste?.
-¿Que?.
- Que si ya le dijiste.- repite.
Frunzo los labios.
Lo que menos quería cuando me dejaron sola con Osvaldo era que me interrogara sobre lo que había pasado la noche anterior. La situación ya era lo suficientemente incómoda, no necesitaba más.
Pero era mi culpa por haberlo besado y tenía que aceptar las consecuencias. Yo lo había complicado todo.
Desearía no haberme dejado llevar esa noche.
El sonido de su risa me devuelve a mi triste realidad.
- ¿De que te ríes?.
- Por la cara de pánico que pusiste.- dice.
Me limito a no responder, solo de doy una mala mirada.
El silencio se mantuvo hasta que el taxi llegó por nosotros.
Me subo en la parte trasera esperando que el se siente al frente, pero es en vano, cuando me dí cuenta el ya estaba a lado mio.
- ¿Puedes dejar de hacer esto más incómodo?.- me quejo frustrada, recorriendo
- No estoy haciendo nada malo.- se defiende - Solo quise sentarme aquí. No exageres.
- No exageres.- repito.
-¿Problemas de pareja?.- pregunta el conductor, con diversión.
Río, nerviosa.
- No señor, no somos novios.- niego rápidamente.
Miro de reojo a Osvaldo que parece estar aguantando la risa.
-Somos amigos.- dice el, a la vez que pasa su brazo por detrás de mis hombros.
Lo miro con el ceño fruncido.
¿A este que le pasa?.
Alejo su brazo rápidamente.
- El es más como un conocido.
El señor nos mira con una sonrisa, como si pareciera haber entendido algo que nosotros no.
- A mi parecer, creo que somos más que eso.- susurra Osvaldo a mi lado.
-¿Podrías callarte?.- digo, empujándolo un poco.
Levanta sus manos como forma de rendición, pero solo hizo caso a mi petición por unos cuantos minutos. Cuando ya íbamos a la mitad del camino continúo hablando.
-¿Porque tienes tanto miedo de decirle lo que pasó?.- me pregunta.
