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𝐙𝐀𝐇𝐈𝐑𝐀.
El combate ya había empezado.
Samy repartía más y más golpes.
Toda la preocupación que había sentido antes acerca de la pelea.
Por un momento me permití olvidar a Osvaldo y todo lo que había pasado con Roier, y solo me concentré en mirarla ella y a toda esa confianza que emanaba en cada momento.
Ari se encontraba a un lado de mí.
— No te preocupes.— me dice— lo está haciendo increíble.
—Lo se.— respondo.
—¿Entonces porque te ves tan preocupada?.— me pregunta.
Desde que la conocí en aquella fiesta, Ari siempre se había portado de mejor forma conmigo. Me trataba como si fuera una más de sus amigas y no como alguien externo a ellos. Por eso mismo me sentí cómoda con ella para decirle todo lo que había pasado.
— Terminé con Roier.— revelo.
Me mira un tanto confundida pero al paso de los segundos su mirada se vuelve compasiva.
—¿Porque? ¿Que pasó?.
Frunzo los labios, tratando de contener las lágrimas que se estaban acumulando en mis ojos.
— No es el lugar ni el momento para decirlo,— respondo — solo te diré que fue mi culpa.
Mi culpa.
Ese sentimiento era el único que no podía terminar de borrar.
Me sonríe con dulzura.
— Todo va a estar bien.— dice.
Me parecía difícil de creer que toda esta situación se fuera a solucionar pronto, aún así le devuelvo la sonrisa y asiento.
No había prestado mucha atención al inicio de la pelea por estar hablando con Ari, pero al menos por lo que había visto, Samy tenía todas las de ganar.
— Voy por el agua.— le digo a Ronny cuando veo que ya va acabar este round. El asiente.
Tomo un agua de la hielera que teníamos a un lado y se la llevo.
Para cuando regreso, Samy ya estaba sentada en el banco y hablando con Ronny.
— Solo te falta uno.— dice Ronny— Sigue así, no bajes la guardia.
Me acerco a darle la botella de agua ya abierta.
— No sabes lo orgullosa que me siento de ti.— le digo— Tu puedes, Samy.
Sonríe.
— Lo se, me lo repites todo el tiempo.— dice, antes de tomar un sorbo de su agua.— Pareces disco rayado.
