Capítulo 2

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Estamos ahora delante del inmenso y reconstruido castillo Drácula. Toda mi familia me aguarda dentro, no entiendo el por que mi padre envío a Scorpius por mi a Londres. Él quería que me alejará de todo esto, que viviera una vida humana allá.

Algo tuvo que haber pasado, y tengo miedo de saberlo.

Caminamos hacia la entrada y nos adentramos en la inmensa construcción.

Los guardias que cuidan cada uno de los pasillos me dan la bienvenida con una reverencia, me siento un poco rara por ello.

Hacia mucho que no me trataban cómo lo que soy, una princesa vampiro.

—¿Dónde están todos? —pregunto.

—En la sala del trono seguramente.

Camino por unos pasillos en compañía de mi primo hasta estar delante de las puertas que dan al trono del rey vampiro.

Scorpius abre las puertas y entramos en la sala. La habitación se encuentra vacía, no hay nadie de mi familia aquí.

—Te has equivocado —le digo a Scorpius.

—Si, tal parece que si —responde —. Iré a buscarlos. Quédate aquí.

Asiento con la cabeza y mi primo se va.

Comienzo a explorar cada rincón de la sala del trono poco a poco para matar un poco el tiempo. Concentro mi mirada en el trono vampiro, me acerco a el y después tomo asiento sobre el trono.

Es bastante incómodo a mi parecer, no entiendo cómo el abuelo lo soporta.

Se necesita mucho valor para tomar el mando de un reino vampiro. Valor que el abuelo Vlad sin duda posee, yo no podría.

Yo no soy valiente, yo no soy... Bastián.

Bajo la mirada y una ola de recuerdos comienza a invadir mi mente.

Hace un año, Valaquia, Transilvania

—Bastián...—me trato de acercar pero él retrocede —.¿Qué pasa?

—No me toques —dice —. Soy un monstruo.

—¿Qué? No, no lo eres.

—Mira a tú alrededor, Aurora. Hay muertos  y todo es por mí. No merezco qué me perdonen —dice para después clavar la espada en el suelo —. De todas las tonterías qué he hecho en mí vida está ha sido la peor —nos mira a todos —No merezco absolutamente nada... ahora entiendo que lo que realmente merezco es la soledad, es el castigo para un monstruo cómo yo.

Actualidad, Valaquia, Transilvania

—Te hubiera detenido —murmuro —. No debí de haberte dejado ir.

No me imagino lo que debe de estar sintiendo, debe de estar muy solo.

Mi pobre hermano debe de estar triste.

No quiero pensar lo peor, no quiero pensar que posiblemente él ya no esté con vida. Que en su desesperación él haya terminado con su vida.

—No... no debo de pensar eso —me digo y me pongo de pie —. Tú debes de seguir vivo. Eres la persona más fuerte que he conocido. Debes de estar por allá afuera, y yo te voy a encontrar, Bastián. Solo espera.

—Bastián...—una voz masculina suena en la sala del trono —. Ese es el nombre del hadampiro abominación, del Conde Drácula.

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