Capítulo 30

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Abro mis ojos con cuidado y mi vista se aclara lentamente. Estoy dentro de una especie de cabaña, mis manos están atadas con una cadena al techo del lugar, me siento muy cansado.

No entiendo que demonios me sucedió.

Intento trozar las cadenas, nada funciona. Mis fuerzas en estos momentos están por los suelos.

—Despertaste —una anciana entra en la cabaña.

—Oh carajo...

Es demasiado espantosa.

Jamás había visto a una anciana así de horrible.

Es una mujer muy horripilante, es delgada, huesuda, su piel está arrugada, su cabello es largo y blanco, sus dientes están demasiado afilados y parecen estar hechos de acero puro, sus ojos son marrones, su pie izquierdo es su totalidad un hueso, en sus manos en vez de uñas posee garras y su semblante es totalmente oscuro y siniestro.

—¿Qué pasa cariño? —ella se me acerca y toma mi barbilla con una de sus feas manos —.¿Me tienes miedo? Pensé que el temible Conde Drácula era el que sembraba el terror.

—¿Quién demonios es usted?

—Se me conoce cómo Baba Yaga.

—¿Baba Yaga?

Había escuchado ese nombre antes, recuerdo que una vez Van Helsing mencionó a una tal Baba Yaga. Ella era una antigua bruja demasiado poderosa y malvada.

—Es una bruja...

—Es correcto, mi niño hermoso. Soy una bruja.

—¿Qué es lo qué quiere conmigo?

—Yo nada, pero mi viejo amigo si

—¿Viejo amigo?

Escucho unos pasos, dejo de ver el feo rostro de la bruja y concentro mi mirada en la entrada de la choza. Mi papá Vladimir hace acto de presencia, viste de una manera muy diferente. Trae puesto un saco largo de lana color rojo, del lado izquierdo de estë se encuentra un dragón grabado.

—Papá...

—Me alegra verte despierto.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué crees qué estás haciendo? —le pregunto.

—Son demasiadas preguntas ¿No lo crees?

Baba Yaga se aleja y mi papá se coloca a su izquierda.

—Responde... ¿Qué crees qué estás haciendo?

—Solamente estoy llevado acabo mi venganza.

—¿Tu venganza?

—Contra ti y contra todos los Tepes que me humillaron.

—No te estoy entendiendo nada.

—Tal vez deba de dejarte en claro que yo... no soy Vladimir.

—¿Qué?

—No soy tu amado padre, Bastián. Luzco físicamente igual a él pero somos diferentes.

—¿Qué clase de juego es esté? Si no eres mi padre... ¿Quién carajos eres?

—¿Realmente no te das una idea?

No digo nada y él muestra una sonrisa.

—Se nota que con el paso del tiempo te vuelves más tonto —me dice —. Está bien, voy a refrescar un poco tu memoria. Yo soy la persona que te convirtió en el mejor guerrero de todos los tiempos, quién le dió un verdadero propósito a tu vida hace un año. Yo soy quién saco el mejor lado de ti, soy quién te convirtió en el grandioso y poderoso Conde Drácula.

Los Herederos De Drácula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora