Capítulo 20

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El aguafiestas de Sebastian me quiere llevar a mi habitación, no quiero descansar. No quiero que la noche se termine.

—La noche es hermosa —comento mientras observo la bella luna que ilumina el cielo nocturno.

—Lo es —el vampiro se coloca a mi derecha.

Camino hacia la fuente y me subo en ella.

—Hay...—suelto un suspiro mientras extiendo mis brazos —. Cuánta paz.

—Princesa Aurora, baje de ahí. Se puede hacer daño.

—Ya me cansé de que seas amargado, Sebastian —lo miro —.¿Cuántos años tienes? ¿Quinientos?

—Tengo cien años, ahora baje de ahí.

—¡Oh! Osea que el buen Sebastian no es tan viejo cómo todos creen.

—Habló en serio, se puede lastimar princesa.

—Ya no me llames princesa, ni su alteza. No me gustan las formalidades —le digo —. Cada vez que lo haces me haces sentir cómo de dos mil años. Soy aún muy joven y hermosa.

—Majestad...

—No me llames majestad ¿Qué? ¿Estás sordo?

—Son las reglas, no puedo hacer nada.

—¿Y el buen Sebastian no puede romper las reglas de vez en cuándo?

—Las reglas se hicieron para mantener el orden.

—Pues las reglas que se vayan al carajo.

—Escuche...

—Justo cuándo pensé que mi vida estaba dejando de ser un caos, mi novio viene desdé el otro lado del mundo para terminar conmigo. Mi vida sigue empeorando más y más.

—No, eso no es cierto.

—¡Claro que lo es!

—Ha recuperado a su hermano, yo diría que su vida no sigue empeorando. Está recuperando lentamente a la familia que un día perdió.

—Pero no tengo novio.

—Princesa, estoy conciente del amor que usted y el príncipe José se tenían. Su padre me informó de absolutamente todo de su vida para poder cuidar de usted correctamente —me dice —. Las cosa nunca pasan sin una razón, si el príncipe decidió terminar con usted es por que así debía pasar.

—Gracias por los ánimos, eres excelente.

—Lo digo en serio, tal vez él no era el indicado para usted. Usted es una de las princesas vampiro más hermosas que he conocido en mis años de vida. Usted podrá tener a cualquier hombre a sus pies si así lo desea. Solo no tiene que dejarse caer por esto que le acaba de pasar, debe de seguir adelante princesa. Tiene que ser fuerte.

—Sebastian... ¿Tú alguna ves te has enamorado?

—Una vez, hace mucho tiempo. Su nombre eran Clarissa.

—¿Y qué le pasó?

—Murió —responde —. Ella era humana, en mis tiempos las relaciones de vampiro con humano no eran cómo las de ahora. Era demasiado peligroso.

—¿Puedo preguntar cómo?

—Fuimos emboscados por unos vampiros, yo no pude hacer nada por ella. No fui lo suficientemente fuerte para protegerla.

—Lo siento mucho.

—Gracias, pero ya fue hace mucho tiempo.

—¿Cómo te recuperaste? —pregunto.

—Tuve que ser fuerte, y eso es algo que yo quiero que usted haga —responde el sobrenatural castaño —. Quiero que usted sea fuerte para salir de está mala situación.

—No será fácil...—bajo la mirada —. Él y yo pasamos demasiado juntos.

—Lo sé, y... claro que no será fácil majestad. Pero tiene que hacerlo, tiene que intentar.

Mis piernas comienzan a temblar y me hacen perder el equilibrio. Sebastian se mueve con su velocidad de vampiro, aparece a frente a mi y me atrapa en sus brazos antes de que cayera al suelo.

—Le dije que era peligroso.

Lo miro a los ojos.

—Creo que el momento de observar la noche ha llegado a su final princesa —dice el vampiro para luego comenzar a caminar hacia el palacio conmigo en brazos.

—Sebastian.

—¿Si alteza?

—Eres guapo de cerca, no te ves tan mal cómo había pensado antes —le digo.

—E-está ebria, no sabe lo que dice.

—Claro que lo sé.

Entramos al castillo y el chupa sangre nos dirije hacia mi habitación.

Atravesamos varios pasillo y finalmente llegamos a mi cuarto. Sebastian abre la puerta, entramos, la cierra, camina hacia mi cama y me deja con mucho cuidado sobre ella.

—Es tiempo de que descanse.

—Oye...—tomo la mano derecha del vampiro.

—¿Qué pasa?

—Tú... ¿Te puedes quedar?

—¿Quiere qué me quede?

Asiento con la cabeza.

—No puedo hacerlo, no es correcto.

—Yo te estoy dando el permiso.

—Aún así...

—Se supone que eres mi vasallo, un vasallo se queda con su señor o señora todo el tiempo para así poder cuidar perfectamente de que nada malo pase. Quédate Sebastian, solo está noche.

—No hay lugar para mi.

—Puedes quedarte del otro lado de la cama, es lo suficiente grande para los dos.

—Princesa...

—Ya házlo, es una órden de tu señora.

El vampiro camina hacia el otro lado de la cama sin decir una sola palabra y después se recuesta solo para mirar hacia el techo.

—No estés nervioso, no soy peligrosa —me río.

—No estoy nervioso.

—Si lo estás —digo —. Estás muy nervioso.

—N-no es verdad.

—Te ves tierno cuándo estás nervioso.

—Ya duerma princesa, necesita estar en todos sus sentidos para mañana.

—Si... creo que tienes la razón. Aún hay muchas cosas que hacer, hay que encontrar la forma de matar a un hombre lobo.

—Es correcto.

—¿Me puedes contar una historia para dormir?

—¿Cuántos años tiene? —el vampiro se ríe para después mirarme.

—¿Quieres qué me duerma? Una historia para dormir me ayudará bastante a dormir.

—Una historia para dormir... no me sé ninguna.

—Puedes inventarla.

—Muy bien, lo que usted ordene. Te voy a contar la historia de una princesa vampiro muy molesta que no quería descansar.

—Eres un tonto.

El vampiro vuelve a reír.

—Creo que no eres tan malo, Sebastian.

—Gracias, majestad.

Creo que me puedo acostumbrar a él.



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