Capítulo 23

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Abro mis ojos con lentitud mientras que un gran dolor en mi cuello me hacer gemir.

Mi vista se aclara por completo, me encuentro en medio de lo que parece ser una aldea, intento moverme pero una cuerda me lo impide. Estoy atado a un maldito árbol, las cuerdas me queman demasiado con cada movimiento que hago.

Volteo hacia el lado izquierdo y me encuentro con mi papá en las mismas condiciones que yo.

—Papá —lo llamo —. Vamos, despierta ya.

Lo sigo llamando hasta hacerlo reaccionar.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—¿Bastián? —me mira —.¿Eres tú?

—No te preocupes, no soy el Conde. Al parecer volvió a dónde pertenece.

—¿Cómo lo hizo?

—No lo sé, tal vez se debió a que quede inconciente.

—¿Dónde estamos? —él mira las pequeñas chozas que nos rodean —.¿Qué es esté lugar?

—No lo sé.

—Me alegra mucho verlos despiertos finalmente, estaba comenzando a preocuparme demasiado por ustedes dos —el hombre lobo llamado Lycurgus sale de una de las chozas, se nos acerca y se detiene delante solo para cruzar sus brazos.

—¿Dónde estamos? —le pregunta mi papá serio.

—En mi aldea, en el hogar de la manada luna creciente.

—¿Una aldea de hombre lobo?

—Es correcto, muchacho —me contesta.

—¿Para qué nos has traído? —cuestiono.

—Para hacerlos sufrir de la peor manera posible. Ustedes tiene que pagar por lo que nos hicieron.

—Nosotros no les hemos hecho nada, no los conocemos. Ni siquiera sabíamos que existían hasta que apareciste para matarnos —le digo.

—¿Acaso desconocen la historia?

—¿De qué historia estás hablando? Habla, lobo —le dice mi papá al sobrenatural.

—La historia del sanguinario origen de sus dominios.

—¿Qué? —lo miro sin entender nada —.¿De qué mierda estás hablando?

—Tendré un poco de piedad y se las contaré, Valaquia originalmente no era dominio de ustedes los Tepes. Era nuestra, hace siglos en el año de 1340 mi gente vivía tranquilamente. No teníamos ni un solo problema, todo era felicidad absoluta —dice —. Hasta que ustedes, los Tepes llegaron a está región. Masacraron cruelmente a toda mi comunidad. Casi no dejaron a nadie. No se tentaron el corazón ni siquiera por los niños. A ustedes lo único que les importaba era conseguir el control de las tierras de Valaquia. Los pocos que logramos huir de la masacre provocada por sus fuerzas, nos ocultamos en lo más profundo de esté bosque. En dónde nunca nos pudieran encontrar.

—Espera... ¿Nosotros les quitamos su hogar?

—Lo hicieron, sus malditos soldados bajo las órdenes de su ancestro Velkan Tepes. El cuál...—Lycargus se le acerca a mi padre y lo toma del mentón —. Era sumamente idéntico a ti, mi querido amigo. Tú eres una copia exacta de tu ancestro desgraciado —lo suelta —Tratamos de recuperar nuestro hogar, pero en cada intento fuimos derrotados. El tiempo fue pasando y su ancestro fue levantando su reino en nuestras tierras. Tuvo un descendiente con una mujer extranjera. Ese hijo se llamó Adrián.

Lycurgus pone su atención en mi.

—Adrián era demasiado parecido a ti.

—¿A mi?

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