Capítulo 13

44 3 1
                                    

Capítulo XIII

.

Sentado en un café, Bill observa a las personas pasar. Intenta adivinar qué clase de vida tiene cada una. Sus deseos y fantasías. Busca descifrar dónde comienzan los espejismos y cuándo se diluye la realidad. No puede evitar preguntarse ¿Hasta dónde podría llegar su fantasía? ¿En qué punto la extraña historia que protagonizaba terminaría? ¿Cuándo, en medio de una vida insípida, el sabor de lo prohibido abandonaría su boca?

El placentero gusto del café recorre su lengua, sólo podía compararlo con el tabaco, y Nuit.

Decide no analizar más, únicamente sentir. Una última vez. Siempre una última vez.

.

Avanzaba por el mismo pasillo que ya había recorrido varias veces junto a Nuit. Ella lo hacía unos pasos por delante de mí. No podía dejar de observar el modo cadencioso de su andar e intentar comprender la razón de su atuendo. A pesar de conocer el destino al que nos acercábamos, y lo que ahí me esperaba, la expectativa revoloteaba en mi estómago.

¿Qué sería aquello especial que haríamos? ¿Qué desconocido sufrimiento me tendría deparado Nuit?

Me miró por encima del hombro, como si la sola evocación mental de su nombre hubiese sido suficiente para llamarla. A veces, en medio de las absurdas conclusiones que sacaba, la imaginaba como una criatura sobrenatural capaz de leer mis pensamientos y de anteponerse a mis deseos.

Desde que me reuní con ella en este pasillo, por indicación de un hombre que se me acercó en la barra, Nuit no había pronunciado palabra. Sabía que nuestro último encuentro no cambiaría la relación de poder y sumisión que manteníamos, pero quizás esperaba algo más de cercanía por su parte.

Se detuvo mucho antes de llegar a la habitación roja, en un punto del pasillo en que no había nada más que farolas. La observé atento a cada movimiento que hacía. Vi como sus dedos descendían la cremallera del traje, descubriendo el cuello. Buscó dentro del escote la llave que siempre llevaba. Luego, acompañé con la mirada el recorrido de la llave hasta que entró en una cerradura, que se encontraba en uno de los candiles adosados.

Nuit giró la farola sobre su eje y ésta permitió la apertura de una puerta oculta en la pared. Me sentí, por un segundo, sumergido en una escena medieval.

Ella me miró, con la misma serena y sensual expresión que había adoptado desde que nos encontramos. Me invitó.

—Vamos.

Obedecí, del mismo modo que venía haciendo las últimas semanas.

Nuit entró antes que yo. Este pasillo era mucho más estrecho que el que habíamos dejado atrás. En él cabía una persona a la vez. Un ligero escalofríos me recorrió la espalda, y me recordó a la sensación de encierro que tuve en mi sueño.

Seguí avanzando tras ella y noté el declive que había en el piso. Parecía rugoso. Miré al suelo para comprobar el material del que estaba hecho, sin éxito. La escasa luz que nos entregaban unos cirios sostenidos en salientes de hierro en la pared, no era suficiente.

En ese momento supe que la única razón de permanecer ahí, era Nuit. Su compañía me tranquilizaba y me otorgaba cierta seguridad, después de todo, ya no éramos unos desconocidos.

El sonido de la llave de acero al entrar en una cerradura metálica me alertó, y comprendí que entraríamos a otra estancia. Ella lo hizo primero, invitándome desde el otro lado, esperando junto a la puerta de acero abierta.

Entré y me pareció que el aire se había hecho más pesado. La puerta se cerró y miré atrás instintivamente. No pude distinguir los ojos de Nuit, la luz era tan precaria como en el estrecho pasillo que acabábamos de cruzar. La proporcionaba un alto candelabro con algunas velas encendidas.

ROJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora