Capítulo 22

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Capítulo XXII

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Bill necesitó un instante para comprender lo que Nuit le acababa de decir. No era sorpresa por encontrarse en una 'reunión' de tres, era más bien la simpleza con la que ella abordaba el hecho. Nada en Nuit parecía demostrarle que tuviese un interés en él, más allá que el de complacer los propios caprichos.

No quiso demostrar su desencanto.

—No habré arruinado tu fantasía ¿no? —le preguntó Nuit, acariciando las palabras con su voz.

Bill bajó ligeramente la barbilla, dándole a su mirada un matiz más oscuro de lo habitual.

—No, mi fantasía es otra... cuando sea mi tiempo la conocerás.

Nuit fue capaz de sentir la presión que aquellas palabras dejaban en el aire.

—Entonces estás preparado para entrar —quiso contrarrestar el dominio que Bill intentaba tener.

—Desde luego.

Ambos entraron en la habitación. Bill observó el lugar, esperando encontrarse con la tercera persona que entraría en el juego, pero sólo estaban ellos dos.

—Ven por aquí —le indicó ella, avanzando tras el biombo que había en el lugar.

Bill recordó las imágenes traslucidas de su cuerpo al cambiarse de ropa. La siguió.

Cuando se encontró tras el biombo, se encontró con más espacio del que imaginaba. No estaba muy seguro de por qué ella lo llevaba hasta ahí. Era cierto que había estado buscando respuestas, pero Nuit se había mostrado reacia a darlas ¿Quería mostrarle los rincones ocultos?

En aquel espacio se encontró con un diván tapizado de un oscurecido color rojo. Un perchero de bronce, con los extremos de la barra ondeados hacia arriba, formando una dulce espiral. Colgado en él, un par de prendas masculinas de cuero negro.

Observó a Nuit con la pregunta implícita. Ella le sonrió antes de responder.

—Son de tu talla.

Bill se preguntó qué papel iba a jugar él en éste encuentro.

—¿Me vas a vestir tú? —preguntó, intentando disimular su desconcierto.

Nuit no pudo evitar el gozo que le producía su actitud insolente, pero no podía dejarse llevar por ella.

—Lo haré —dijo, acercándose a él, tomando la hebilla del pantalón para abrirla—, pero ya basta de juegos, recuerda la norma principal.

Lo miró directamente a los ojos, tirando del cinturón al soltarlo. Bill dejó que su cuerpo se meciera con suavidad, obedeciendo al movimiento.

Los ojos se mantuvieron en contacto, al igual que los dedos de ella contra su piel, mientras la camisa se aflojaba. El roce de los suspensores al caer de los hombros permitió la liberación completa del torso. Bill contuvo un suspiro cuando la mano de Nuit deslizó el pantalón por su cadera, dejándole el resto del trabajo mientras iba por la primera prenda que vestiría ¿En qué lo querría transformar?

Nuit se agachó ante él, sosteniendo el pantalón que vestiría. Bill obedeció la orden expresada en su gesto, metiendo un pie en la prenda y luego el otro. Ella comenzó a hablar, mientras deslizaba el cuero sobre su piel.

—Hoy serás mi pupilo —le dijo. Bill buscaba sus ojos, pero ella no lo miraba. Estaba abocada a su labor—, tendrás un sumiso a tu disposición —entonces lo miró. Quería constatar su impresión. Bill se mantuvo en silencio, escuchando las instrucciones, mientras Nuit le ceñía la cintura del pantalón—. Yo te indicaré lo que tienes que hacer —comenzó a ajustar los cordones que apretaban el pantalón a sus piernas, dejando parte de la piel expuesta—. Yo diré cuando comienza, y cuando termina —Bill sintió el roce de sus dedos contra su muslo, justo antes de tirar firmemente del cordón— ¿Entendido? —preguntó, terminando su labor con un arrastre más.

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