19. UNA NUEVA ENTRENADORA

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ASHTON

Me encontraba en un estado de tranquilidad, tal vez se debía a que todos los días estaríamos entrenando para conseguir el mayor éxito en el partido que tendríamos dentro de quince días.

Me tenía concentrado cada palabra que el entrenador Harper decía con precisión, en todo el entrenamiento lo había notado extremadamente emocionado mientras nos gritaba y exclamaba sus mejores humillaciones cuando cumplían con sus órdenes.

Era relajante saber que seguía siendo el mismo, pero no dejaba de pensar que probablemente le pasaba algo, más cuando una sonrisa se encontraba en sus labios y su bigote parecía elevarse más.

En ese momento nos había ordenado que trotáramos alrededor de la cancha entre diferentes tipos de velocidades, habíamos empezado con demasiada lentitud para que luego de unos dos vueltas avanzáramos a correr; pero no lo suficientemente veloz como quisiera.

—¡Quiero que esos rostros estén completamente sudados para pensar que se han dado una ducha fresca! —exclamo Harper desde la distancia—. ¡Es por eso que veinte vueltas serán suficiente para llegar a eso!

La mayoría de los chicos empezaron a renegar de manera exagerada, entre bufidos y exclamaciones molestas hacía el entrenador, aprovechando que él no se encontraba cerca de nosotros.

—¡Los puedo escuchar desde acá hijos del capitalismo! —grito él, haciendo que todos se quedasen en silencio—. ¡Solo espero que no sean cobardes y no se desmayen en el intento!

—A mi parecer eso es lo que quiere —dijo Jared a mi lado mientras respiraba hondo y entrecortado—. Esto es lo único que no me gusta del futbol americano.

—Esto y las abdominales —agrego Mark atrás de nosotros—. Las detesto.

—Me asegurare de llegar tarde para no hacer estos ejercicios —dijo Tyler, dándome cuenta que su piel morena ya se encontraba bañada en sudor—. No creo llegar a los veinte.

—Eso veo. —aseguro Jared con una sonrisa burlona.

Luego su mirada se dirigió a mi persona.

—Te veo bastante animoso de lo que podría admitir —me dijo con expresión curiosa—. ¿Ha pasado algo?

—No. —respondí siendo consciente que lo único que podría hacerme sentir animado era el futbol americano.

Y a pesar de los acontecimientos que he vivido en estos días, debería de decir que no le puse la mayor importancia, en especial a la confesión de Giselle Newman, que a mi parecer fue lo más extraño que paso.

Verla ayer después de esa situación me revelo mi poco interés hacía sus palabras, pero jamás imagine que tuviese el valor para continuar insistiendo a pesar del rechazo que le di, sin imaginarme que llegaría al extremo de retarme.

No le di mucha importancia a pesar del desconcierto que me dio.

Traté de olvidarlo y lo hice bastante bien mientras lo primero que hacia en mis días de universidad era estar en la cancha.

El clima se encontraba helado a pesar del día soleado, algunos de mis compañeros empezaban a temblar del frio cuando la brisa nos golpeaba mientras corríamos alrededor.

Y, aun así, empezamos a sudar.

—¡Necesito que mejoren esa velocidad! —exclamo el entrenador cuando pasamos a su lado—. ¡Mark no corras como una niña!

—Entrenador tengo frio. —se quejó el chico.

—Entrenador tengo frio —imito su voz como niña molesta—. Deja de llorar o le diré a tu madre que vas todas los domingos al Friday Delicious...

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