12. TENTACIONES

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GISELLE

Las matemáticas eran mi punto fuerte en todos los sentidos.

Me gustaba, aunque estaban fuera de las expectativas que deseaba estudiar.

En ese momento me encontraba en la silenciosa y gran biblioteca de la universidad, sin exagerar, es una gran biblioteca, con decir que si no fuera porque hace unos segundos había visto el mapa y me había memorizado toda el área, en ese instante estuviese perdida.

Más perdida que la chica que estaba en frente de mí y que leía un libro sobre la sociología, su mirada preocupada revelaba que no le entendía ninguna palabra.

Dejé de observarla, sintiendo lástima por ella y volviendo a lo mío seguí escribiendo en el pedazo de papel que había arrancado de uno de mis cuadernos para hacer el cálculo.

Si, ese cálculo que debía tener para no gastar a lo loco el dinero que tenía en mi cuenta.

Debía gastar en el transporte público —esperando que me alcanzara para irme en taxi por el resto del año— también tenía en claro la comida que me compraría cada fin de semana y sobre la renta del departamento que por primera vez diría que algo es costoso y me quejaría del precio, pero no tenía opción si quería fastidiar a Ashton Hunt o quiero decir, conquistarlo.

Y tomando en cuenta que ya había gastado en comida, en transporte y en algunas cosas de mi gusto siendo entre ellas una pequeña sacapunta automática con forma de abeja que había comprado en una pequeña tienda cerca de la universidad, me di cuenta al terminar el cálculo que estaba perdida.

Grite asustada.

Todos de mi alrededor se me quedaron mirando sorprendidos y a la vez molestos, en especial la chica en frente de mí.

Le sonreí apenada.

—Lo siento.

Fue suficiente para que todos continuaran en lo suyo, mientras yo, me di cuenta de lo lamentable que era en ese momento, maldiciéndome mentalmente al pensar que con tres mil dólares podría vivir cómodamente.

Al ver de nuevo la cuenta me percaté que no solo se me iba todo el dinero en un mes, sino que debería por las compras innecesarias que hice y por irme en taxi esta mañana.

¿Por qué la vida era tan cara?

Era la primera vez que me hacía esa pregunta.

Agacho la cabeza cuando un lamento salió de mis labios y no estaba fingiendo al pensar en los lujos que me serán arrebatado, por un momento en mi mentalidad pensé que podría ahorrar para comprarme algo en Gucci o en Zara, pero al parecer eso no sucederá.

—¿Por qué? —susurre pensando en este cruel castigo que mi madre me dio.

Levanto de nuevo la cabeza y respirando hondo pensé buscarle el lado positivo, pero siendo más realistas, estaba acabada.

Necesitaba un café, lo único bueno que no debo pagar.

Así que tomando mis cosas empecé mi camino a las afueras de la biblioteca donde el golpe de realidad me pego más fuerte, dándome cuenta que no podría pagarme nada de las cosas que me gustaban.

Pero no estaba arrepentida de comprarme la sacapunta, está muy bonita y vibra como si fuese una abejita.

Solo de pensar en ella me causaba ternura.

Pero volviendo al tema.

Estaba acabada.

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