1. La hija de Lord Glover

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Bosquespeso

Un año después del final de la Rebelión.

La noche del nacimiento de la segunda hija de Robett Glover fue fría y oscura, la luna estaba tapada por inmensas nubes. A las tres de la madrugada, en todo el castillo de Bosquespeso se escuchó un vigoroso llanto. Los que estaban en el castillo esa noche dicen que todos los lobos del bosque aullaron al unísono al escuchar su llanto, dando la bienvenida a la niña que portaba la sangre de los antiguos reyes del invierno. Los ancianos lo tomaron como un buen presagio, y su abuelo, Wyman Glover, Señor de la casa Glover y Amo de Bosquespeso, no podía ocultar su orgullo.

"Una auténtica guerrera, de la sangre de los primeros hombres, una princesa del Invierno".

Lady Amara Glover vino al mundo con fuerza, se decía de ella que cada día aumentaba su valor y belleza, a los 8 meses de edad ya daba sus primeros pasos por los pasillos del castillo siguiendo a su hermano Gawen. Cuando fue capaz de sujetar una espada de madera se dedicaba a imitar los movimientos de los hombres que entrenaban. Nada pudieron hacer las quejas de Lady Sybelle, su madre, y Lady Rowena, su abuela, pues tanto Lord Wyman Glover como sus hijos estaban encantados con su princesa guerrera.

Sin embargo, la vida de la joven Amara cambió demasiado rápido. Su amado abuelo murió cuando la niña contaba solo con cuatro años, el señor de Bosquespeso se hirió en el costado con una lanza durante una cacería. Una herida sin importancia que derivó en graves fiebres de las que no se recuperó. Su tío, Galbart, se convirtió en el nuevo señor de Bosquespeso. Un año después, su madre murió en el parto de su hermano pequeño, devastando tanto a sus hijos como a su marido. Robett Glover decidió entonces ceder el cuidado de su hija a su madre, lady Rowena, para que hiciera de ella una dama, la muerte de su esposa lo había vuelto aún más frío y arisco y decidió que la niña debía ocupar el lugar que le correspondía.

La niña era profundamente infeliz, se la había separado de los perros y los caballos, no se le permitía practicar con la espada. Solo bordaba y estudiaba con el maestre. Rogaba día y noche a su tío para que intercediera por ella ante su padre, pero era inútil, así que se escapa a cada rato, trayendo de cabeza a su abuela.

Todo cambió de nuevo en su vida, esta vez para mejor, el día que su padre anunció que viajarían a Invernalia, pues habían sido invitados a la celebración del nacimiento del hijo del Guardián del Norte. Ned Stark había nombrado a su quinto hijo legítimo Rickon, en honor al guerrero de la casa Stark.

Amara estaba entusiasmada, en sus seis años de vida jamás había salido de Bosquespeso, solo había estado en el bosque de los lobos junto con su abuelo, su tío y su hermano. Tardaron cinco días en atravesar el bosque hasta llegar a Invernalia. Amara disfrutó todo el camino, su tío la llevaba junto a él en su caballo y le señalaba todas las criaturas que encontraban a su paso, y ella memorizaba sus nombres. Su hermano se mantenía junto a su padre, altivo, en su papel. Desde la muerte de su madre, se había esforzado en exceso en complacer a su padre y se había alejado de su hermana. Cuando la noche caía, su abuela, temerosa, entraba a toda prisa a su tienda, ese era el momento que la niña aprovechaba para escabullirse y sentarse junto al fuego, pues su hermano y su padre también se retiraban a sus tiendas. Su tío un hombre más jovial y que disfrutaba de la compañía de los soldados, la sentaba en su regazo y bajo las estrellas los hombres contaban historias de lobos, príncipes y princesas dragón de hermoso rostro y cabello plateado, de criaturas aterradoras, grandes aventuras... Amara llegó a desear que el viaje no acabara nunca, pero en la mañana del sexto día, cuando el sol brillaba alto en el cielo, la comitiva de los Glover cruzó las murallas de Invernalia.

Amara llegó junto a su abuela en el carruaje, pues no era correcto que la pequeña dama llegara en el caballo con su tío. Los hermanos Glover abrían la comitiva, los acompañaba el joven Gawen Glover sobre su pequeño caballo alazano. La familia Stark los esperaba, Lord Stark abrazó con cariño a los hermanos Glover y Lady Stark saludó con cordialidad a la viuda Lady Rowena Glover. Amara por su parte estaba demasiado impresionada con lo que le rodeaba, el castillo de Invernalia no se parecía a nada que ella hubiera visto antes. La impresionante construcción de piedra distaba mucho de parecerse a su acogedora fortaleza rodeada de bosque y acantilados. Su atención pronto se dirigió a los hijos de los Stark, Lady Stark cargaba al pequeño recién nacido, Rickon, junto a ella, agarrado a su falda estaba Bran, de un año, también junto a las faldas de Lady Stark se encontraba una niña muy hermosa, de cabello pelirrojo, "¡Sansa!", pensó, "Sansa tiene cinco años." Una criada intentaba retener a una niña de unos 2 años que debía de ser Arya y que sin duda parecía una fiera y solo se calmó cuando Lord Stark la cogió en brazos.

Su abuela le había hecho memorizar los nombres de los miembros de la familia Stark. Junto a lord Stark estaba su hijo mayor Robb, un chico de cabellos castaños rojizos y ojos azules, tenía entonces siete años. "Un chico muy guapo", decía su abuela. Amara pensó que lo era. Sin embargo, sus ojos se posaron en otro niño, uno que estaba apartado, pero vestía buenas ropas, debía tener la misma edad que Robb. Amara lo miró con curiosidad, sin duda era el niño más hermoso que había visto, su pelo era negro como las alas de un cuervo, rizado y brillante, sus ojos oscuros, algo tristes, su piel blanca como la nieve. Le recordó a las historias de los soldados, ese debía ser sin duda el rostro de un príncipe.

- Vamos Amara, saluda a Lord y Lady Stark.

Su abuela la sacó de sus pensamientos, y la empujó hacia los señores de Invernalia, la niña hizo una reverencia.

- Lord y Lady Stark, estoy honrada de que me reciban en su hogar. - dijo con educada voz infantil.

- Y nosotros estamos encantados de recibirte pequeña dama. - Lord Stark le sonrió amable con la pequeña Arya en brazos. - Quizás puedas enseñarle buenos modales a Arya.

La niña rió y su abuela frunció el ceño, la niña era experta en fingir sus buenos modales en los momentos precisos, pero llevaba a Lady Glover de cabeza.


El príncipe del invierno - Jon NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora