8. Tu lugar en el mundo

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Delilah resultó ser mucho más habilidosa que Donna, le realizaba peinados más hermosos y elaborados en menos tiempo y sabía cómo peinar su melena rizada. La chica realizaba su trabajo de forma concienzuda, su dormitorio estaba impecable, así como todas sus pertenencias.

Lord Stark no le dió muchos problemas, tras contarle la situación de la chica, solo asintió, él confiaba en el buen juicio de Amara.

La chica se había adaptado bien, apenas llevaba un mes en Invernalia y ya se desenvolvía por los pasillos sin perderse, y poco a poco se iba ganando la simpatía de los demás habitantes de la fortaleza, incluso de Sansa, la cual estaba impresionada con su habilidad en el bordado.

- Lady Glover, ¿saldrá de nuevo esta noche? - ya era tarde y Delilah le cepillaba el cabello.

Amara levantó una ceja y se giró para verla, la chica le sonrió inocente. Le había cogido cariño a la rubia, era dulce y avispada. Amara la observó, había ganado peso y lucia más saludable. Su hermoso pelo rubio estaba recogido en dos trenzas y sus mejillas resaltaban rosadas sobre su piel pálida.

- ¿Qué te hace pensar que salgo por la noche? - le preguntó Amara sorprendida por que la chica la hubiera descubierto.

- No aviva el fuego por las noches, cuando llego en la mañana hay exactamente la misma cantidad de madera que el día anterior.

Amara sonrió, la chica era muy observadora.

- ¿Hace cuánto que te diste cuenta?

- Apenas unos días después de llegar, pero no quería entrometerme en sus asuntos, es simple curiosidad.

- Bien. - Amara se giro para que siguiera peinándola, aunque confiaba en la muchacha, no estaba segura si debía contarle sobre Jon.

- Aunque creo que sé a donde va por las noches, he notado como la mira el hijo de Lord Stark, el joven de cabello negro. Y usted lo mira de la misma forma.

- Eso es muy atrevido de tu parte, Didi.

La rubia sonrió al oír su apodo, así la llamaba su padre, el día que su señora la rescató decidió que ella sería la primera en usarlo desde la muerte de su amado progenitor.

- No busco incomodarte Amy, pero veo la felicidad con la que te levantas en las mañanas y también el resto de hierbas en el fuego. Yo puedo prepararte los tés si lo necesitas.

Amara confirmo sus sospechas, Delilah lo sabía.

- ¿Lo sabe alguien más?

- Claro que no, o al menos nadie ha comentado nada, nadie sospecharía de una dama como tú, cumples bien tu papel.

. . .

Amara y Delilah observaban a los muchachos entrenar. Los pequeños cachorros de huargo se acurrucaban en sus pies. Aquel día la joven Glover se sentía cansada y no entrenó, llevaba noches sin dormir. El culpable de su cansancio se hallaba en el centro del patio empuñando su arco. Las cortas miradas que compartían le hacían ver a la chica que estaba orgulloso.

- ¡Apunten! - anunció Rodrik Cassel, el maestro de armas de Invernalia. - ¡Disparen!

Las tres flechas volaron hacia sus respectivas dianas, la de Robb quedó casi en el centro, la de Theon por poco se sale del tablero y la de Jon hizo diana.

- Bien Robb, puedes mejorarlo, - palmeó la espalda de Jon. - Así me gusta muchacho.

Las chicas aplaudieron a los arqueros mientras Rodrik los corregía. Bran salió al patio con su ropa de entrenamiento y su pequeño huargo tras él.

- ¡Y Theon! ¡Si te concentras más en el arco que en las sirvientas quizás algún día acertarías en la diana!

Robb y Jon rieron, Theon los ignoró y le guiñó un ojo a Delilah, esta le sonrió y le devolvió el pícaro gesto. Los chicos dejaron los arcos y fueron a por las espadas.

- ¿Theon, en serio?

- ¿Qué? Me complace, es rudo y arrogante pero sabe como recibir órdenes.

Amara levantó una ceja divertida y observo al chico procedente de las islas del hierro, era poco atractivo a sus ojos.

- Además, la mejor espada del castillo ya está cogida. - rió.

Amara le dió un codazo.

- ¡Ay! - se quejó. - ¡Solo míralo! Sin duda te partiría por la mitad, he visto tus moratones, eres una mujer con suerte.

- Eres una descarada.

Amara se rió con las ocurrencias de su amiga, aunque mentiras no eran.

- ¿Lady Glover no entrenará con nosotros hoy? - preguntó en alto Robb desde el otro lado del patio.

- He decidido no humillarte hoy, Stark.

Todos rieron ante su respuesta incluso Robb que negaba con la cabeza mirando al suelo.

- Eso te pasa por preguntar. - Theon le palmeó la espalda.

- Basta de juegos, ¡Robb, Theon! ¡En guardia! ¡Jon, ayuda a Bran!

Siguiendo las órdenes de Ser Rodrik los dos chicos comenzaron su duelo, Robb era visiblemente mejor que Theon, pero este se desenvolvía bien. Jon al otro lado del patio ayudaba a Bran a practicar movimientos con su pequeña espada de madera, era adorable. Jon sonreía orgulloso cada vez que Bran golpeaba correctamente el maniquí de paja y guiaba sus movimientos para ayudarle a posicionarse correctamente. El niño reía cuando Jon hacia alguna broma y seguía las órdenes de su hermano mayor.

- Mancharás tu vestido de babas y tendré que lavarlo.

La voz de Delilah la sacó de su trance y la miró.

- ¿Qué?

- ¿Quién crees que es mejor con la espada, Theon o Robb?

Amara la miraba confundida, miró a los chicos, estos hablaban entre ellos antes de ponerse de nuevo en guardia. Didi le indico con sus ojos a su señora la galería.
Al mirar hacía allí, la chica vió a Lord y Lady Stark, Catelyn apartó la vista al instante, la estaba observando.

- Mierda.

- Exacto.

En ese momento el Greyjoy cayó al suelo con estruendo, desarmado por el Stark. Lord y Lady Stark aplaudieron, Lady Stark incluso sonreía.

- ¡Suficiente, Theon ve con Bran! ¡Jon, tu turno!

- Tienes suerte de que me retire, en la próxima te habría machacado.

Robb rió y palmeó su espalda, Theon se alejó y revolvió el pelo de Bran antes de empezar a practicar con él. Arya y Rickon llegaban corriendo junto a sus cachorros y se sentaron junto a las chicas. Jon ya estaba listo frente a Robb, a la señal del maestro de armas Robb atacó.

El Stark era bueno, pero no llegaba a la altura del bastardo, Robb atacaba ferozmente mientras Jon se limitaba a parar sus golpes ágilmente, agotándolo.

- ¡Bien, bien! ¡Usa la cabeza Robb, busca sus puntos débiles!

Lord Stark sonreía, su esposa por otro lado tensaba la mandíbula. Amy y Didi contemplaban el combate atentas. Jon jugaba con su hermano, la espada parecía parte de su brazo, cuando tuvo suficiente le bastaron un par de movimientos para desarmar al Stark y poner la espada en su cuello.

- Me rindo. - el joven de cabello rojizo estaba agotado con una rodilla en tierra y la espada de su hermano en el cuello.

Las chicas aplaudían tímidamente, mientras que Bran jaleaba a Jon y también Arya y Rickon. En la galería Lord Stark aplaudía y sonreía,al contrario que su esposa. El joven Jon miró a su padre, el señor de Invernalia le miró y asintió. Lady Cat le dedicó una mirada dura y luego se marchó enfadada, Jon agachó la cabeza, no le correspondía resaltar sobre Robb, le quedó bien claro, ese no era su lugar.

El príncipe del invierno - Jon NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora