41. El secreto de Ned

448 30 1
                                    

Amara y Jon bajaron a las criptas. La chica buscaba a una Stark en concreto por entre los largos pasillos de piedra. Al llegar a su estatua paró frente a ella.

— Lyanna Stark. - dijo Jon - ¿por qué vinimos aquí? ¿Qué deseas contarme?

Amara tomó aire.

— Antes de la batalla fui a ver a Howland Reed, sentí que era mi última oportunidad de averiguar quién era tu madre. De poner sentido a todo. Y ahora lo tiene.

Jon la miró a los ojos y puso sus manos en los hombros de ella.

— ¿Que te dijo? - la voz de Jon temblaba, había esperado por aquello toda su vida.

Amara miró a la estatua de Lyanna.

— Lyanna Stark, no fue secuestrada. Ella se fugó con Rhaegar.

Jon la soltó y dió un paso atrás confundido.

— Se casaron y tuvieron un hijo al que nombraron Baelor. Pero Rhaegar murió en el Tridente y Lyanna en el parto. Para cuando Ned Stark y Howland Reed llegaron a ella ya no había nada que hacer.

Jon la miraba atónito, luego volteó su vista hacia a la estatua de Lyanna, acariciando su cara de piedra.

— Ella les hizo prometer que protegerían al bebé.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Jon.

— Había sido ella, todo este tiempo.

Amara agarró su cara y secó la lágrima solitaria que corría por su mejilla.

— Ella te amaba Jon, y tu padre también. Nunca fuiste un bastardo. Eres un príncipe. Aunque siempre sospeché que lo eras.

La ira creció dentro de Jon y cerró los ojos con fuerza mientras Amara acariciaba su rostro. Abrió los ojos y la miró.

— Toda mi vida fui despreciado por ser un bastardo. Toda mi vida desee ser un Stark. Robert me arrebató a mi padre y la oportunidad de saber quien fue mi madre. Los Lannister mataron a los hermanos que nunca conocí. Y luego también me arrebataron al hombre que había llamado padre y a Robb. Mi hermano.

Sus palabras reflejaban enfado y amargura y encogieron el corazón de Amara. Jon tomó aire y continuó.

— Pero Robert esta muerto, Tywin Lannister y Joffrey también, y el trono de hierro solo será un trozo inservible de metal retorcido si no logramos detener a los caminantes.

Amara reflexionó sus palabras, era cierto, ¿qué importaban ahora los nombres, cuando la muerte los acechaba? Sin embargo, podía ver como Jon se debatía en su interior. Como su sangre Stark luchaba con la sangre Targaryen, el fuego y el hielo chocaban en su interior. Ella había visto su fuego desde que era un niño pero, también había visto el Norte en él. Podía ser ambas cosas. Le tomó la mano y él la miró.

— Recuerdo cuando eras un niño, juagando en el patio de Invernalia. Con tu pequeña espada de madera, decías ser El Joven Dragón, soñabas con comandar ejércitos y conquistar reinos.

Jon sonrió al recordarlo, como corrían gritando por el patio mientras Lord Stark reía y Lady Stark los regañaba.

— Lo recuerdo, Daeron I siempre fue mi héroe favorito. - Hizo una pausa. - Tú deseabas ser como Baela Targaryen, la Hija del Príncipe Canalla. La indomable guerrera.

Jon besó la mano que Amara tenía entrelazada con la suya.

— Lo que quiero decir es, que no importa quien fuera tu padre, solo importa cómo te sientas tú. Fuiste criado como un Stark pero eso no significa que debas rechazar tu sangre Targaryen. Quizás puedas ser ambas, pero no tienes por que decidirlo ahora. Para mí siempre fuiste un príncipe, veo el hielo y el fuego en ti.

El príncipe del invierno - Jon NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora